Una comunidad de la rúa de Touro, en Santiago, acumula denuncias contra un vecino por daños en su edificio

Andrés Vázquez Martínez
Andrés Vázquez SANTIAGO

SANTIAGO

El edificio que lleva el número 12 de la rúa de Touro.
El edificio que lleva el número 12 de la rúa de Touro. Sandra Alonso

Los propietarios alertan de que, presuntamente, a una inquilina le lanzaron amoníaco a los ojos

14 ene 2023 . Actualizado a las 21:41 h.

La convivencia tranquila que tenían los vecinos del número 12 de la rúa de Touro, en Santiago de Compostela, se ha visto truncada en las últimas semanas por el comportamiento de los inquilinos de uno de los pisos. La comunidad de propietarios ha dado parte a la policía de numerosos problemas, que van desde los daños en zonas comunes del edificio hasta las amenazas y las agresiones a residentes, además de ruidos y gritos constantes, según su versión.

A mayores de todo esto, dicen que en este piso se están vendiendo drogas a diario, hasta el punto de que, detallan los presuntos afectados, se producen lanzamientos de estupefacientes desde las ventanas de la vivienda en entredicho a los clientes en la calle. Sus sospechas se refuerzan con el trasiego constante de personas que se da en sus escaleras y que perturba la calma de este bloque, que siempre se ha caracterizado por su «ambiente familiar e cordial», el que tiene a día de hoy también todo el resto de la rúa de Touro.

Tras semanas sin tregua, los propietarios comentan que, en estos momentos, el asunto está más calmado. El punto de inflexión ha sido precisamente la gota que ha colmado la paciencia de los vecinos y vecinas, una presunta agresión que sufrió una de ellas por parte de un integrante de la vivienda conflictiva en la noche de Reyes. Cuentan los propietarios denunciantes que toda la madrugada fue de fiesta, así como el propio día de Reyes, por lo que una vecina llamó a la puerta de ese apartamento reclamando que cesasen el ruido. «E dixéronlle que non, polo que cando xa marchaba de volta para a súa casa, un dos que viven aí foille detrás e, berrándolle que a ía matar, botoulle amoníaco nos ollos, entrándolle nun deles e rematando a nosa veciña en Urxencias». El desenlace se tradujo en una denuncia por lesiones y amenazas y con el deseo de la supuesta afectada de lograr una orden de alejamiento, al menos como medida cautelar.

«Coñecemos ao rapaz de toda a vida e antes non era así. Chega un punto no que nos preocupa ata como estará realmente, porque antes, algunha vez, é certo que lle temos pedido que baixara a música, e facíao de boa gana, ata pedindo desculpas, pero agora é imposible razoar con el», lamenta otro de los vecinos, intentando empatizar.

La policía poco puede hacer

Cada vez que los vecinos llamaban a la policía, durante alguno de esos supuestos episodios de gritos, música y llamadas aleatorias al timbre, los agentes notificaban la incidencia sin hacer nada más. Daban parte, pero dejaban a los vecinos sin soluciones, justo lo que demandaban.

«Os residentes no piso conflitivo berrábanlles dende a ventá aos policías: “Si tenéis cojones, subid y tirad la puerta abajo”, porque eles saben que os axentes non poden facer nada se non teñen unha orde do xuíz ou se se está a cometer un delito de xeito evidente». El resultado, en cualquier caso, es que los vecinos se quedan con miedo y llenos de rabia.

La Voz intentó ponerse en contacto con los inquilinos del piso en cuestión, pero uno de ellos le cerró la puerta al periodista tras identificarse como tal.

Los golpes en la puerta del piso que, presuntamente, da problemas.
Los golpes en la puerta del piso que, presuntamente, da problemas. Sandra Alonso

«Reventaron su propia puerta con un extintor»

Son muchas y muy variadas las incidencias de las que los vecinos han dado parte desde que comenzaron los problemas. Organizados en torno a su comunidad, relatan uno detrás de otro los problemas que dicen haber tenido. Sin duda, el más grave de todos ellos, y ahí concuerdan, es la agresión que ha sufrido la persona atacada con amoníaco.

De todos modos, los presuntos daños en el edificio a los que hacen referencia son cuantiosos. «Para empezar, defecaron en el interior del portal, en un pequeño hueco que hay tras el ascensor, y las heces eran humanas», declara una vecina, que también habla de que se han encontrado vómitos a las puertas de algunas viviendas. A mayores, en el capítulo de suciedad, entran también las colillas que los propietarios dicen haber limpiado del suelo del ascensor y también de la alfombra de otra inquilina.

También, según su testimonio, se han producido daños materiales en forma de roturas, como la del cristal de la puerta del edificio, que da a la calle, tras sufrir un violento portazo por parte de uno de estos individuos. En este sentido, la propia puerta del piso en cuestión está visiblemente dañada porque, señalan los propietarios, «uno de sus residentes la abrió a golpes con un extintor que había colgado en el rellano». Otro de los violentados ha sido el buzón de la publicidad. Dicen los vecinos que han desaparecido hasta sus adornos navideños, que colgaban de las puertas en estas fechas pasadas, y les echan la culpa también a los inquilinos conflictivos. Por último, añaden que en el rellano donde viven existe un persistente olor a porro.

Durante la visita de La Voz al edificio, en la mañana de ayer, el estado de las escaleras y los rellanos era bueno, a ojos de los periodistas, con suelo, paredes y ascensor perfectamente limpios.