La okupación de casas en Santiago se concentra ahora en siete zonas

La Voz SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

La mayoría son inmuebles antiguos, en el entorno de la zona histórica de la ciudad y Conxo

13 abr 2023 . Actualizado a las 19:15 h.

 Santiago suma siete zonas de especial afectación por las okupaciones ilegales de casas. La mayoría son inmuebles antiguos, situados en el entorno de la zona histórica de la ciudad: el barrio de O Pexigo, la rúa de Belvís, el Rueiro de Figueiriñas en la zona de San Lourenzo, la rúa de San Pedro, la Algalia de Arriba y el Cruceiro do Galo, en la zona del Pombal, que son las áreas que recoge el informe que acaba de hacer público la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), y a las que se suma Conxo. Santiago continúa con okupaciones pendientes de resolver en calles como Pelamios, Angustia y Entrepexigos. El último dato facilitado por Policía Nacional y Policía Local habla de 44 casos de okupación en la ciudad. Fegein apoya las modificaciones legislativas para agilizar los desalojos de inmuebles ocupados ilegalmente, y que los jueces puedan ordenar la salida de los okupas en un plazo de 48 horas.

Dentro del actual marco legal, el Concello de Santiago continúa en este mandato un camino iniciado en el anterior para tratar de poner coto a las okupaciones ilegales: la declaración de ruina para los inmuebles en peor estado, con posterior orden de demolición. En la zona de Conxo se activaron más de una decena de expedientes de este tipo, con la ejecución de más de media docena de demoliciones efectivas. Es la vía urbanística por la que opta el Concello.

Cuando el problema afecta a particulares, son dos las alternativas principales para tratar de resolver el problema: recurrir a empresas de desalojo o bien acudir al juzgado. La primera fue la que tomó el dueño de un inmueble de la rúa Lagartos, que a finales del 2020 contrató a una firma que desalojó a los okupas de su piso. Por su parte, la familia propietaria de una casa okupada en Cornes en septiembre del 2021 logró recuperar la propiedad varios meses después, tras haber recurrido a la vía judicial.

En otras ocasiones, son actuaciones policiales las que acaban por expulsar a okupas, que cambian esos domicilios directamente por la prisión: sucedió en noviembre del 2020 en viviendas asaltadas en Pelamios y O Pexigo, por tener causas pendientes con la justicia. Y es que, en no pocos casos, la usurpación de viviendas llevada asociado el trapicheo de drogas y problemas de convivencia con los vecinos legalmente instalados.

Carlos Debasa, presidente de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), descarta en Santiago «un problema de okupación grave, de que bajes a comprar el pan y al regresar te hayan okupado la casa». Indica que los casos de okupación se producen en viviendas de entidades bancarias, o bien con inquilinos a los que vence el contrato y no abandonan la vivienda, y con quienes han dejado de pagar la renta y se complica su desahucio.

Sin bandas organizadas

Debasa señala que «es verdad que se dan casos, y es también verdad que cada caso que se da es un drama que hay que solucionar, ya que muchas veces se enquistan y generan muchos problemas». Pero rechaza generar una alarma social con esta cuestión, porque en el caso concreto de Santiago subraya que no existen bandas organizadas para okupar viviendas, aunque indica que «tampoco se puede decir que no pasa nada. Porque, repito, cada caso es un drama, y no se puede producir».

Una usurpación exprés frenó una demolición en Conxo, sin ejecutar 4 meses después

El pasado verano, el Concello de Santiago acometió demoliciones de viviendas marcadas por la presencia de okupas en la ciudad. Fue en la zona de Conxo, culminando en la práctica unos expedientes iniciados meses antes: la piqueta tendría que haber acabado con los inmuebles situados en los números 11-A de Conxo de Arriba, y en el 44 y 38 de la rúa Monte de Conxo. De los tres, dos son historia. Pero el número 38 resiste cuatro meses después, y también, pegado pared con pared, el número 36.

En este último inmueble, vecinos de la zona relataron que se trata de una casa comprada por una inmobiliaria: el 31 de agosto, policías y un representante de la empresa acudieron hasta la construcción (una infravivienda en estado deplorable) a comprobar que no residía nadie, tapiando la casa con tablones para al día siguiente desmontarle el tejado e inutilizarla por completo para cualquier okupación. Pero ese 1 de septiembre, los obreros se encontraron en el interior a un hombre con la luz enganchada y viendo la televisión.

Tras meses sin habitar el inmueble, había vuelto posiblemente avisado por otros okupas de la misma calle, para protagonizar una okupación exprés que salvase la casa. Lo logró: aunque ayer no había puerta que impidiese entrar a lo que parece de nuevo un inmueble abandonado, continúa en pie. Los números 36 y 38 todavía no son historia, en una calle donde se pueden ver más adelante, en casas como la que ocupa el 28, los accesos completamente tapiados para evitar usurpaciones, con unos vecinos hartos de esperar desde hace tres lustros una solución a las okupaciones en el barrio.