José Meléndez, tras sufrir un ictus: «Todo depende de uno mismo, es lo que me enseñó el episodio cerebral»
SANTIAGO

Su entorno destaca que encara su nueva situación con entereza y determinación
31 oct 2022 . Actualizado a las 23:19 h.«Intento no pensar mucho en ello, porque en caso contrario me volvería loco. Es todo tan diferente. La vida te cambia 180 grados». Son palabras de José Manuel Meléndez Ferro (Santiago, 1960), que sufrió un episodio cerebral hace un par de años. Tras una intensa rehabilitación en la clínica Quirón de Poio (Pontevedra), en la que estuvo ingresado varios meses, regresó a casa, pero ya no a su ocupación laboral en el Colexio de Biólogos de Galicia, en donde era el gerente.
«Cuando estaba ingresado en el CHUS pensaba que esto iba a ser muy duro y que la recuperación solo dependía de mí. Mejoré bastante con la rehabilitación, pero creí que recuperaría algo más, sobre todo a la hora de escribir. Ahora necesito el doble de tiempo para hacer las cosas», explica. Las secuelas que le quedaron tienen que ver con la movilidad ?cierta dificultad para andar? y con la «psicomotricidad fina», según él mismo precisa, pero dice conservar la memoria y el lenguaje, y no se le aprecia deterioro cognitivo. «Llevé la recuperación con bastante presencia de ánimo. Digamos que me lo tomé bien», añade. La evaluación clínica le otorga un 33% de discapacidad y su entorno destaca que ha encarado su nueva situación con entereza y determinación.
«Ahora sigo yendo algo a rehabilitación. Paseo mucho, porque además forma parte del tratamiento. Hago la compra y leo a todas horas, pero tengo que hacer más cosas, porque tengo todo el tiempo para mí. Depender de terceros es lo que peor llevo, pero debo acostumbrarme a que mi vida jamás será igual. Pienso en lo que todavía me queda por delante. Me gustaría colaborar con alguna oenegé», indica Meléndez, que nació en la calle de la Corredoira das Fraguas, estudió en La Inmaculada y La Salle y se licenció con brillantez en Biología.
Su primera ocupación como biólogo fue en un par de piscifactorías de Muros. «Aunque no me gustaba mucho, era el trabajo que había en aquella época. La acuicultura estaba de moda porque había muchas ayudas de la UE y la gente creía que era algo fácil, pero no se conocía bien la biología del rodaballo. Un 10% de supervivencia ya se consideraba un éxito. Cuando son pequeños son preciosos, porque son transparentes», recuerda, además de reconocer que «a mí me habría gustado más dedicarme a la investigación bioquímica», aunque su destino definitivo estaba en el Colexio de Biólogos de Galicia, entidad soberana que había nacido a fines de los ochenta en la propia facultad santiaguesa.
«Entré en el 93 y desde el 96 asumí la responsabilidad del Colexio. Tuve que aprenderlo casi todo, porque la tarea de gestión nada tenía que ver con el oficio de biólogo», tal como explica Meléndez, que dedicó a la organización colegial casi treinta años con extraordinaria implicación. «En este tiempo se ha logrado el reconocimiento de nuestra actividad profesional, se cuenta con nosotros. Hoy se asocia la palabra biólogo con multitud de campos, cosa que no sucedía en el siglo pasado. A todo esto ha contribuido, sin duda, la existencia de un colegio profesional. Y estoy especialmente orgulloso de los cursos de formación que pusimos en marcha. Tenían mucho que ver con las diversas actividades profesionales que asumían los biólogos. También he de decir que me ayudó en este tiempo saber que el Colexio había quedado en buenas manos», agrega. José Meléndez es de la opinión de que en la vida hay momentos felices, pero no una sensación estable de felicidad. «Todo depende de uno mismo, es lo que me enseñó el episodio cerebral», concluye.