Santiago precisa un 30 % más de la lluvia normal para evitar la sequía

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Alertan de restricciones desde abril del 2023 de continuar bajas las precipitaciones

17 oct 2022 . Actualizado a las 18:53 h.

Las lluvias de este fin de semana y las previstas para los próximos días están aún muy lejos de ser suficientes para levantar la prealerta por sequía declarada por la Xunta de Galicia a mediados del pasado agosto para la cuenca del río Tambre. Los especialistas advierten que Compostela necesita de un 30 % más de las precipitaciones de un año hidrológico normal (del 1 de octubre al 30 de septiembre) para evitar repetir en el 2023 lo sucedido este verano. Incluso fuentes de Viaqua reconocen que, de no producirse cambios notables en la situación actual, a partir de abril del próximo año «habrá problemas» y, consecuentemente, posibles restricciones, porque el caudal del Tambre «está lejos de recuperar sus niveles normales». Explican que sería necesario que lloviera en los tres próximos meses lo que no ha llovido en los nueve anteriores.

Además, no solo tiene que llover, sino que debe hacerlo de forma «intensa y sostenida en el tiempo» para que el Tambre suba y se mantenga en niveles altos durante, al menos, dos meses. Solo así se levantará la prealerta en Santiago, y se estará en condiciones de eludir el riesgo de sequía en la próxima primavera.

Cabe recordar que Santiago se abastece, casi en exclusiva, del Tambre, y de ahí que las miradas de las autoridades locales y de los especialistas de Viaqua estén fijas en el caudal de este río. En el punto de captación de la estación de tratamiento de agua potable del Tambre (ETAP) no se cuenta con medidores de caudal, por lo que los técnicos analizan el estado del río con los datos que se recogen en los puntos de aforo situados aguas arriba, concretamente en un tramo del Tambre en Oroso y en el Lengüelle (afluente del Tambre), también en Oroso. Estos dos puntos de aforo pertenecen a la red de Augas de Galicia. La media de ambas medidas arroja el caudal del río a su paso por la ETAP de Santiago. Los niveles máximos registrados en el Tambre a lo largo del 2022 son los más bajos desde el 2010, y solo en el 2011 se recogió un caudal mínimo inferior al menor de este año.

Si se compara el 2022 con el 2018 (año normal de lluvias), se ve que el caudal más alto del año en curso fue en marzo, cuando se superaron ligeramente los 50 metros cúbicos por segundo, mientras que el más alto del 2018, también en marzo, llegó a los 158.

La media de los caudales del 2021 y 2020 fueron de 24 y 25 metros cúbicos por segundo, respectivamente. En el 2018, el término medio rondó los 34 metros cúbicos por segundo, y en el 2019 se superaron por poco los 31. Si bien las medias no reflejan con precisión el estado del río en cada momento, permite tener una idea de cuál es la situación actual. En lo que va de año, el caudal medio del Tambre es de en torno a 16 metros cúbicos por segundo. Lejos de un año normal.

Buen año hidrológico

Un ejemplo de buen año, desde el punto de vista hidrológico, es el 2016 cuando el caudal del río aumentó notablemente en la temporada de lluvia, garantizando el suministro de todo el año. En el 2016, el pluviómetro de Ordes registró 1.633 litros por metro cuadrado. El contrapunto al 2016 fue el 2017, con un caudal escaso que se tradujo en un período de sequía aquel verano. El pluviómetro de Ordes registró 1.099 litros por metro cuadrado. Fuentes de Viaqua apunta que las precipitaciones de un excelente año hidrológico estarían sobre los 2.700 litros por metro cuadrado; pero en el 2022 están, hasta ahora, alrededor de 900 litros por metro cuadrado. Compostela está por debajo del 33 % de lo que sería un año óptimo de precipitaciones. Casi no llovió en invierno ni en primavera, el verano fue seco y las precipitaciones caídas desde septiembre no permiten aliviar un caudal sin reservas. Las lluvias de estos días, aunque no son lo suficientemente intensas para que se note en el caudal, tienen la ventaja de que empapan el terreno y lo preparan para absorber el agua de lluvia en caso de que llegue de forma torrencial.