La Iglesia aborda en un congreso mundial en Santiago el sentido religioso en el turismo

La Voz SANTIAGO

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Alertan contra la «juerga desenfrenada» y la explotación sexual de lugares de ocio

08 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Santiago es la capital internacional del turismo religioso con motivo de la celebración, en la Hospedería de San Martiño Pinario, del Congreso Mundial de Pastoral de Turismo, que ayer abordó los vínculos históricos entre Compostela y Jerusalén —dos de los grandes centros de la cristiandad, junto a Roma— a través de las ponencias del arzobispo Julián Barrio y del patriarca latino Pierbattista Pizzaballa. En la jornada intervino también el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Juan José Omella, quien aludió a la movilidad que caracteriza a la sociedad actual como una oportunidad porque «hay que ensanchar nuestro corazón, hay otras riquezas y bondades que hay que reconocer y amar».

Julián Barrio citó a Ricardo Blázquez para recordar que «peregrinar es mucho más que un deporte, que una aventura, que un viaje turístico, mucho más que una ruta cultural a través de monumentos admirables, testigos silenciosos de una historia secular. Sin negar el sentido específico de los motivos indicados, la peregrinación posee un alma humana y cristiana», y «sin alma el camino sería una realidad inerte». El arzobispo de Santiago afirmó que «en una sociedad herida por los gnosticismos, el peregrino redescubre la naturaleza y se pacifica con la creación, se abre al ámbito de la contemplación, sintiéndose necesitado y limitado, lo que le hace valorar la hospitalidad y la acogida, y percibe que encuentra sentido en la historia y no en las ideologías». Barrio incidió en que la experiencia jacobea abarca las diferentes facetas que atañen a la dimensión humana, espiritual, cultural, social y económica vividas como experiencia del peregrino, y en que a Compostela «hay que comprenderla en una milenaria tradición en torno a la tumba del Apóstol».

«Extraños en su tierra»

El patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, analizó la situación actual de la población cristiana en Tierra Santa, y recordó que el Camino de Jerusalén es la ruta de peregrinación y paz internacional y cultural más larga del mundo. Lugar de coexistencia cultural y religiosa, afirmó que los cristianos de Jerusalén son a menudo «extraños en su propia tierra», ya que es la ciudad sagrada en la que conviven tres religiones monoteístas, la judía, la cristiana y la musulmana.

Ayer, en la penúltima jornada del congreso, en el que intervienen ponentes de más de veinticinco países, también se habló de dotar al fenómeno del turismo con la doctrina social de la Iglesia, potenciando elementos positivos e intentando corregir los negativos, «como el deterioro del patrimonio cultural y paisajístico, la merma de valores o de la dignidad humana». También se expuso la necesidad de llegar a todas las realidades sociales del ámbito turístico, como «la juerga desenfrenada o la explotación sexual de ciertos lugares de ocio».