Las residencias de Santiago se vacunan ante el covid: «As vacinas, as que veñan, mal non fan»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Los mayores de Volta do Castro ya se protegieron de coronavirus y gripe

01 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Fueron de los primeros. A las ocho de la mañana del pasado lunes los mayores de la residencia Volta do Castro comenzaron a recibir la cuarta dosis del covid o segunda de refuerzo. Son uno de los colectivos prioritarios a la hora de protegerse frente a la enfermedad. No en vano las residencias sufrieron duramente la primera ola del coronavirus. Pero muchas cosas han cambiado. Ahora sus usuarios pasean sin mascarilla, reciben visitas, salen, entran, hacen talleres, actividades comunes... José Ramón Rodríguez Mourelle, Mercedes Álvarez, Elisa González Martínez, Francisco Noya Torres y Manuel Rodríguez Viéitez cuentan su experiencia, y charlan sobre su vida actual y la pasada.

Manuel, de 73 años, es del concello de Teo y lleva una vida bastante activa. Sale de la residencia, toma café los domingos en una panadería próxima y de vez en cuando recibe la visita de sus dos hermanos. Trabajaba en Barcelona, en el sector de la madera, y tras más de 30 años emigrado se vino a los 48 «engañado por mi madre y mis tías». Y aquí se quedó, soltero y sin hijos «porque no hubo quien me quisiera», dice a carcajadas. Las vacunas, tanto la del covid como la de la gripe, suponen un respiro para este teense, «ni he pasado el covid ni pillo la gripe, tuve un pequeño resfriado el mes pasado, y punto». Lo mismo le ocurre a Mercedes, que lleva unos dos años en la residencia y ya no recuerda una gripe. Desde luego, dice, vacunas «as que veñan, hai que vacinarse, mal non fan». Es de Cacheiras, también en el concello de Teo, y asegura que aunque hace otras actividades lo que más le gusta es la televisión, «o parte, as noticias», para ser exactos. Ni siquiera ha tenido reacción a los pinchazos, «doeume o brazo pero nada máis»

José Ramón tiene 88 años y los lleva estupendamente. Alto y bastante erguido, además de lúcido se mantiene en forma. Es cierto que se asustó mucho con la pandemia y se pasó una larga temporada sin moverse del centro, pero desde hace poco se ha animado y ya sale de la residencia a dar paseos. Jugaba mucho al fútbol en su juventud y recuerda el camino de Lestrove, en Padrón, a Santiago, acompañando a su madre o a su tía, «todo esto eran fincas, maíz, trigo, y recuerdo que había muchas coles por esta zona».

Vive en la residencia con su mujer y es de los que ha espantado a los virus con las vacunas, «estoy vacunado de todo y aunque tuve gripe hace mucho, desde hace años ya no tengo nada». No es escéptico, ni lo duda, si la ciencia dice que hay que vacunarse, es el primero en hacerlo.

Fisioterapia, talleres, paseos y televisión, las actividades más habituales 

La residencia Volta do Castro fue, junto con Porta do Camiño y el Cottolengo, uno de los primeros centros de Santiago en vacunarse, el pasado lunes. Más de un centenar de usuarios se protegieron con la segunda dosis de refuerzo que además incluye varias variantes, al adquirir el Gobierno una de las vacunas más avanzadas. Elisa coincide en que «ni gripes ni catarros», porque siempre se protege. Hace menos de un año que llegó a la residencia acompañando a su marido, que falleció hace dos meses. Con Manuel compartió 60 años de su vida. Ourensana ella, amiense él, se conocieron en Venezuela. Ella trabajando en una fábrica de camisas, él de zapatos. No vinieron los hijos pero les sobró amor. En el 83 decidieron volver a Galicia tras 25 años emigrados. Admite que le gusta salir, pero lo hace solo cuando viene su familia a verla, «porque sola me da miedo».

Francisco es el veterano de la residencia en este grupo. El 25 de noviembre hará 12 años en el centro. Viudo, tiene cinco hijos —le falleció otro— y es de Rianxo. Se vacunó «de todo» y de momento «non pillei nada». Pasó el confinamiento en la residencia y pese a lo duros que fueron aquellos primeros meses de pandemia no guarda mal recuerdo, «estiven encerrado arriba pero paseino ben». Baja por las mañanas a hacer fisioterapia —apenas mueve un brazo y en el otro también tiene dificultades— y después de comer se queda en la habitación, «vexo a televisión, sobre todo películas que sexan entretidas».