El programa de sinhogarismo de Santiago logra que 40 personas salgan de la calle

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El voladizo junto a la dársena de Xoán XXIII tapiado por el Concello para impedir que personas sin hogar lo utilizaran para cobijarse por las noches
El voladizo junto a la dársena de Xoán XXIII tapiado por el Concello para impedir que personas sin hogar lo utilizaran para cobijarse por las noches XOAN A. SOLER

Residen en los cuatro pisos municipales, en pensiones y en el inmueble de Cáritas

21 sep 2022 . Actualizado a las 00:27 h.

El programa de sinhogarismo del Concello de Santiago está operativo desde el año 2020, y desde entonces se mantiene un trabajo «constante, silencioso y respetuoso» con la intimidad de todas las personas que viven en la calle, en viviendas okupadas o en tiendas de campaña. Actualmente, en el departamento de Política Social del Concello tienen conocimiento de ocho personas que duermen literalmente en la calle y otras diez en viviendas okupadas o tiendas de campaña. Una vez a la semana, la responsable del servicio sale a la calle para mantener el contacto con ellos e intentar que acepten la ayuda social. Su trabajo consiste en «convencerles de que pueden tener una vida mejor. Se les tramitan las ayudas, y en algunos casos, ellos mismos se buscan una solución habitacional», explica. No solo se les tramitan las prestaciones económicas a las que puedan tener derecho, sino que también se les ofrecen, por ejemplo, tarjetas monedero para que compren sus alimentos. «Se trata de ganarse su confianza, pero sin limitar su libertad», comenta.

Este trabajo ha permitido que cuarenta personas dejen la calle o viviendas okupadas sin las condiciones mínimas para residir en los cuatro pisos municipales, en el piso de Cáritas o en pensiones gestionadas por Cruz Roja dentro del convenio firmado con el Concello. En los cuatro pisos municipales viven, a día de hoy, trece personas. Los servicios sociales mantienen un control sobre ellos, pero «dejando margen suficiente para que se adapten. No hay horarios y tienen libertad de actuación, con el único límite de mantener la convivencia en buenas condiciones». Este sistema permite que «vayan tomando conciencia de la diferencia entre la calle y el techo. Es un trabajo lento, pero que da resultados». En la vivienda de Cáritas, las ocho personas acogidas están «en un nivel superior, y de hecho las hay que ya tienen su puesto de trabajo, en Arroupa, y que están en vías de normalizar totalmente sus vidas». En varias pensiones hay diecinueve personas más. «Se trata de personas que llevan más tiempo fuera, que tienen una situación mejor, pero aun así es complicado conseguir pensiones dispuestas a aceptarlas. Este año, con el Xacobeo y el cierre de una pensión que trabajaba con nosotros, estamos teniendo dificultades para encontrar sitios». Uno de los últimos buenos resultados del programa se produjo ayer, cuando una de las personas sin hogar que dormía en la calle aceptó ir al hospital para resolver una serie de problemas médicos y posteriormente será alojada en una pensión.

La responsable del servicio municipal insistió en que se trata de un trabajo «complicado, porque no es fácil conseguir que acepten la ayuda», y «en ocasiones, rechazan determinadas cosas porque dicen tenerlo resuelto» con la ayuda de ciudadanos. Tampoco «es tan sencillo como la gente cree conseguir la inhabilitación, no es, ni mucho menos, suficiente que haya un problema de alcoholismo o de drogas. Muchas veces, nos tiraron de las orejas por mandar casos a la Fiscalía, y tengo que reconocer que, a veces, iban justos. Se envían en caso de duda, pero no siempre se consigue el visto bueno», apunta la técnica. A lo largo de estos dos años, el Concello tramitó nueve expedientes al juzgado para la valoración médico-forense, para ingresos en hospital o residencias no voluntarios.

Control de un centenar que estuvieron en riesgo o en exclusión

A lo largo de los dos años del programa de sinhogarismo de Santiago, alrededor de cien personas mejoraron su calidad de vida. Se trata de hombres y mujeres —estas en número menor— que abandonaron la calle o viviendas en estado de grave precariedad, y que tienen una vida normalizada. Desde Servizos Sociais se mantiene el contacto con todos ellos, y se realiza «un seguimiento mensual o bimensual, para comprobar que todo sigue bien, porque lamentablemente cualquier circunstancia puede suponer un retroceso», explica la técnica municipal. Ese fue el caso de un hombre que, tras cinco años fuera de la calle, «tuvo una recaída, y está ahora otra vez, con él tenemos un trabajo intenso para volver a recuperarlo», comenta.

En relación con las personas que dormían en el hueco de la dársena de Xoán XXIII que fue tapiado hace unas semanas, apuntan que solo uno de los que dormían allí está ahora en una vivienda okupada en Santiago, y están trabajando con ella. Los otros no están en la ciudad.