La cabra del Pajueleira, en Santiago, se agota en pocas horas con los encargos para comer en casa

Segundo fin de semana de fiestas de Conxo. El anterior fue el de la Merced y este el de San Serapio. En los dos, el plato central de las fiestas familiares es la cabra, guisada con patatas y pimientos asados. Hasta hace algún tiempo, las mujeres de la casa, fundamentalmente las abuelas, eran las encargadas de preparar la carne para toda la familia, pero desde hace unos años se impone comprar las raciones en alguno de los restaurantes del barrio y evitarse así el trabajo en la cocina familiar. Esta es la razón por la que la cabra de Rosa Cordido, la cocinera del Pajueleira de Conxo, se agota en pocas horas. «Non queda nin unha ración dispoñible dende hai días. Algúns están molestos, pero non podo facer máis cantidade. A cociña non dá para máis, teño tres fogos; e eu tampouco podo facer moito máis», explica. Hace unos días, un cliente habitual recriminó que «"cando estaba miña nai non había problemas", pero a diferenza é que antes se comía a cabra aquí; agora a levan para casa». El pasado fin de semana fueron diez cabras las que se prepararon en la cocina de Rosa, y este fin de semana caerán otras seis. «Torcín un brazo e non podo facer máis», lamenta la cocinera de uno de los restaurantes de Conxo donde la cabra es una vieja tradición. Rosa aprendió a cocinar la cabra viendo a su madre, Ramona, conocida como Pepa, pero «durante un tempo non fixen cabra. De pequena, miña nai a facía, e collinlle manía. Despois empecei a facela porque a pedían, pero na casa non a proba ninguén». Pese a la fama de su receta, Rosa confiesa no saber «se está rica, porque nós na casa non á probamos. Eu a fago e a xente di que lle gusta». La clave de su receta está en los preparativos previos a poner la carne al fuego. «Antes, hai moito tempo, as cabras viñan enteiras, había moito traballo antes do adobo», explica. Los tiempos cambiaron, y en la tarde de ayer, las cabras ya troceadas llegaron al local; y en ese momento comenzaron los preparativos. «O adobo non é complicado: eu poño allo, aceite, viño e as especies, o deixo un día e medio, e logo vai ao fogo; cando está algo feita, boto un bo chorro de coñac». De cada cabra «das que merco eu, que non son moi grandes, saen 24 racións. O meu carniceiro di que 30, pero non é así, porque rompe algo». Rosa insiste en que «dáme pena que moitos dos habituais da cabra se queden sen ela», pero «non podo máis». Otra de las tradiciones que Rosa cumple a rajatabla es la de ofrecer callos todos los jueves; y jamón asado casi todos los días. Este fin de semana, su hijo, Adrián Puente, y el resto del equipo despacharán las raciones de cabra, que Rosa preparará durante horas. 

Despedida en Melide 

Uno recoge lo que siembra, y de la semilla que plantó y regó José Ángel Ferreiro Dopico a lo largo de sus 47 de trayectoria profesional brotaron amistades, admiración y respeto. De no ser así, sus compañeros de la Guardia Civil en Melide no hubiesen logrado reunir a las noventa personas que, este viernes, compartieron mesa y mantel con motivo de su despedida de la Benemérita. Luego de 41 años de servicio, los últimos 30 en el puesto melidense, el agente Dopico se jubiló el pasado 1 de septiembre, coincidiendo con su 65 aniversario. Ferreiro ingresó en la Guardia Civil, tras seis años en la Marina en Ferrol, y prestó servicio en diferentes destinos en el País Vasco, Cataluña, y Galicia, de donde ayer se desplazaron agentes de la Compañía de la Guardia Civil de Santiago y efectivos de otras unidades. Numerosos vecinos de Melide tampoco quisieron perderse la celebración. 

Peregrinos de Mapfre

Un grupo de trabajadores de la compañía de seguros Mapfre llegaron ayer a la Praza do Obradoiro después de recorrer el Camino de Santiago. Esta actividad recupera las peregrinaciones anuales previas a la pandemia de covid. Los peregrinos fueron recibidos por la director xeral de Turismo de Galicia Nava Castro. Mapfre ha colaborado con el Xacobeo 21-22 prestando asistencia a los peregrinos en el Camino.

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