Aniversario del local de Santiago que rompió moldes al fusionar la «boutique» con el centro de estética

SANTIAGO

Sandra Alonso

Manuela Jeremías y Sandra Pena se conocieron en un empleo anterior y se asociaron para abrir el establecimiento Myeme hace diez años

09 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«No había nada igual, y sigue sin haber ningún negocio en Santiago como el nuestro», apunta Manuela Jeremías, una de las socias que abrieron hace 10 años el comercio Myeme, en la rúa Rosalía de Castro. La peculiaridad del negocio de Manuela y Sandra Pena es la fusión entre una tienda de ropa y un centro de estética. Cuando Manuela se quedó sin trabajo, su padre la animó a emprender, «porque sabía que era como él, lanzada y sin miedo. Siempre me gustó la ropa, y me encantan las ventas. Trabajando en Yves Rocher vinieron de Zara a buscarme, y dije que no. Me pagaban bien, buen ambiente de trabajo. ¿Por qué cambiar?». Con el empuje de su padre, Antonio Jeremías Tucho, propietario de la carnicería de Rosalía de Castro, Manuela se lanzó a la aventura. «Sandra y yo trabajamos en el Yves Rocher de A Senra. Doce años estuve allí, y cuando, por circunstancias que no vienen a cuento, nos despidieron a todas, pensé que si abría algo propio tenía que ser con Sandra», comenta Manuela. «Somos un buen equipo». Reconoce que «para emprender fue una gran ayuda que el local fuera de mis padres, porque no teníamos mucho para empezar. Pedimos el paro completo, pero solo llegó el mio. Sandra es como mi hermana pequeña, y venía conmigo. No me arrepiento». Su comercio rompió moldes, y «aún hoy, hay gente que se sorprende al ver que es una boutique y centro de estética». De la ropa se ocupa Manuela, y de la estética Sandra. «Fuimos innovadoras desde el inicio, y ahora compramos la máquina Indiba para celebrar los diez años». Manuela considera que el éxito está «en el respaldo de mis amigos y amigas, que vinieron desde el primer día. Esta zona es como un barrio, y los vecinos venían para saber qué vendía la hija de Tucho». Cuando llegó la pandemia, Manuela descubrió «lo importante que son los amigos. Ojalá pudiera nombrarlos a todos, pero es imposible». Dos de ellos, Paz y Lolo, le insistieron para que hiciera promoción con vídeos en Facebook, y allá se lanzó. Sus vídeos fueron un éxito de ventas de la ropa, que «selecciono en tiendas de Madrid y en otros sitios; muchas veces, nada más ver un abrigo o una falda o un vestido sé para quién es, hay prendas que veo y ya sé a quién le van a quedar perfectas». En la pandemia, las clientes no dejaron de comprar. Manuela elogia a su clientela, «muchos son amigos, que están pendientes de nosotras. Es muy satisfactorio tener a gente tan positiva cerca. En uno de los momentos más duros de mi vida, cuando al año de abrir el local me divorcié, además de mi familia estuvieron ahí las clientas amigas». A punto de soplar las velas de los 10 años, Manuela agradece el apoyo de Sandra, de su familia, de su hijo, de amigos y «sobre todo, del hombre de mi vida, Mario».