Precios

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

08 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La cosa está clara: o marabunta o calidad. O queremos que venga a la capital de Galicia cuanta más gente mejor (véase el fin de semana pasado, incluido el grupo que entró en Compostela hace unos días disfrazado de caballitos hinchables y otro con el personal vestido de Pedro Picapiedra; hacer el payaso no es delito) o queremos evitar que sitios como Sigüeiro no reciban de golpe a los peregrinos habituales diarios y, además, a un grupo de 600 personas, todo ello en la misma jornada.

Si la opción elegida es marabunta, y con las viviendas turísticas desequilibrando el mercado, por supuesto que los hoteles no han tenido un buen mes de julio: para la mayoría de esa tropa son, simplemente, caros. Y se equivoca de cabo a rabo el alcalde Bugallo cuando achaca esa menor ocupación a sus precios. O mejor dicho, acierta si su opción es marabunta. Pero no si es calidad. Los hoteles no pueden ni deben competir en precio con viviendas turísticas. Tienen unos gastos por cliente mucho mayores que estas, amortización de obra civil incluida. Y ya sin hablar de nóminas del personal.

Y si el alcalde se va hoy a Portugal alucinará (perdónese el vulgarismo) con los precios. Y si se le ocurre poner un pie en, digamos, Roskilde o Chester —que no son grandes destinos turísticos— ya no alucinará, levitará.

Los que elegimos calidad contra marabunta y no se nos llena la boca hablando de récords defendemos la excelente hostelería de la ciudad y defendemos que los precios sean altos. Quien no pueda pagarlos tiene mil y una maravillosas opciones por Galicia adelante. Aunque algunos estamos ahorrando para pagar un hotel en Edimburgo, tres estrellas, 160 euros/noche la habitación doble. Y en septiembre.