Trabajando a casi 40 grados en Santiago: «Es insoportable al mediodía»

leila fernández / i. c. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

En plena ola de calor, la actividad laboral en la calle se ralentiza pero no se detiene

13 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Hidratarse bien y con calma, con mucha calma». Estas son las palabras de Lourdes, que se encontraba barriendo las calles de Santiago ayer a las 16.30, pero podrían ser las de cualquier trabajador o trabajadora que en estos días de temperaturas extremas deba permanecer en la calle por las exigencias de su trabajo.

Los repartidores de empresas de paquetería, aunque no están plenamente expuestos al calor del exterior, lo soportan cada vez que bajan a entregar la mercancía. «No coche nin sequera levamos o aire posto, non vale a pena porque estamos continuamente parando e arrancando», admite Fernando, que trabaja para DHL. Dice que desde su empresa no se han pronunciado acerca de la subida de temperaturas, todo lo contrario de lo que expone Nina, trabajadora de la ONCE: «A nós a empresa estanos mandando sempre recomendacións de que nos coidemos e sobre todo que nos hidratemos». Posicionada a la sombra de un edificio, asegura que no puede dejar su puesto de trabajo en las horas más fuertes de calor, pues los clientes no entienden de temperaturas.

MALENA FERNÁNDEZ

Adriana, dependienta de Casal Cotón, también debe estar atenta a los turistas para ofrecerles la mítica tarta de Santiago. «El calor es insoportable al mediodía, intentamos llevarlo lo mejor posible», confiesa Adriana, que ha encontrado la solución en turnarse con su compañera para estar en el exterior de la tienda. Los repartidores de publicidad como Lorena tampoco tienen la opción de cambiar su horario porque «non vou repartir á noite cando non hai xente». Caso contrario es el de Serxio, un pintor de calle con un lugar privilegiado en una sombra de la Alameda, que se replantea resguardarse a mediodía mientras las temperaturas no bajen.

A simple vista se podría pensar que los heladeros deberían beneficiarse con esta ola de calor, pero la realidad es otra. «Con esta calor non hai ninguén, véndese mellor un día normal de 24 grados», afirma Manolo, que dice que «toca aguantar uns días». Ofelia, también heladera de profesión, solo se retira de su puesto al mediodía, y confirma la bajada de clientela: «Vén xente da sombra e di que nin aí se para».

La ola de calor hizo subir las temperaturas hasta límites históricos: los 39,2 grados de máxima de ayer es la tercera cifra más alta desde que el Observatorio Ramón María Aller de la USC, en el Campus Vida, inició los registros en 1982. Solo fue superada el 20 de julio de 1990 (40,3 grados) y el 12 de agosto del 2003 (39,7). Toca aguantar unos días más.