Zapatos viejos

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

10 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ni el más irresponsable de nuestros políticos se atrevería a vender un mensaje de inconsciente optimismo con la que esta cayendo. Lean si no en estas mismas páginas las palabras de Marisol Domínguez, que lucha jornada a jornada por sacar adelante su supermercado en Pontepedriña mientras se multiplica su factura eléctrica y merman sus ventas diarias, o las de Rubén Villaverde, zapatero del Ensanche, que pudiera parecer que le va muy bien porque ahora repara más calzado, pero eso solo es buena señal en términos de reciclaje y sostenibilidad, es una palpable traslación de las críticas magnitudes macroeconómicas a la vida cotidiana, a la economía doméstica: con una inflación disparada y un horizonte negro en el corto y medio plazo, o un gran número de compostelanos ya no llegan a fin de mes y no pueden comprarse unos zapatos nuevos o amarran ante la incertidumbre de lo que pueda venir. El temor a perder sus medios de vida. No obstante, sin riesgo de caer en esa irresponsabilidad, no es osadía afirmar que Santiago presenta fortalezas capaces de sostener su edificio de general bienestar, que no lo será sin el pilar de solidaridad que dé cobijo a las personas más damnificadas por esta crisis, como se ha demostrado durante el bienio de pandemia que ahora se prolonga en sus impactos económicos por la despiadada guerra de Putin. ¿Es entonces un mundo de ficción el del centro histórico abarrotado de visitantes y las buenas —optimistas— perspectivas turísticas para esta Semana Santa jacobea? No, no lo es. Es, junto a otras archinombradas como el empleo público, una de las fortalezas de Santiago: a punto de liberarnos de las mascarillas, la gente tiene unas ganas locas de recuperar lo que era su vida hasta hace dos años, y viajar forma parte de esa vida. Pero con reservas y mucha prudencia. Se impone un turismo doméstico, incluso lo que se ha dado en llamar «staycation», las vacaciones en casa que ya se popularizaron en Europa durante la crisis de finales de la primera década de este siglo. Para el turismo de cortas distancias y carteras contenidas, Santiago es un destino imbatible, al igual que el resto de la España verde, como ya demuestran la evolución del sector y las expectativas empresariales para este año.