Manolo, el tabernero presidencial

Juan María Capeáns Garrido
Juan capeáns SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El propietario del bar Santiago, el único en el entorno de Monte Pío, espera que su cuarto inquilino también pare por allí alguna vez, como hizo Feijoo

06 mar 2022 . Actualizado a las 01:01 h.

El bar Santiago, conocido popularmente como Os Manolos, es como una toma de tierra con la realidad de Casas Novas, un pequeño barrio que une el entramado histórico de Compostela con el monte Pedroso y que arquitectónicamente mezcla casas de barrio típicas de Galicia con discretos chalés de estética muy cuidada. A esos aires nórdicos contribuye el que solo haya un negocio de hostelería; y también la presencia del complejo de Monte Pío, la residencia del presidente de la Xunta que estrenó Manuel Fraga hace justo veinte años.

El fundador del PP, que pasó allí tres años; el socialista Emilio Pérez Touriño, que intentó abrirla a la ciudadanía; y Alberto Núñez Feijoo —desde el 2009 hasta hoy— fueron sus tres únicos moradores, por eso en las mesas de la taberna se sigue con atención la sucesión en el Gobierno gallego. «¿Y vendrá Rueda, no?», se pregunta Manuel García Miramontes. Su bar abrió en 1968, pero él lleva 25 años trabajando allí, y es el propietario desde hace 16. Durante una temporada tuvo otro socio, Manolo, de ahí que del nombre oficial solo quede un desgastado cartel.

El bar Santiago tiene media docena de mesas en su interior y una terraza muy bien orientada y tranquila, porque el paso de coches es anecdótico. En lo que sí se nota la residencia oficial es en el trasiego de berlinas con los cristales tintados, un tráfico que ya fue más intenso en los primeros años de Feijoo, antes de que fijase en A Coruña su residencia familiar.

En sus primeras legislaturas sí paró por allí el futuro presidente del PP, que se mostró cercano y conversador con la clientela, siempre con un tono alto y guasón que ha ido afianzando con las campañas electorales. Manolo recuerda especialmente el día que se acercó junto al exministro Josep Piqué para participar en la Morrada de Casas Novas, la fiesta del barrio que, como es lógico, se monta muy cerca del único negocio de hostelería, que también es el epicentro de la comisión organizadora de todo cuanto sarao acontece. 

Partida, vino en taza y fútbol

Manolo define su negocio como una «taberna de la periferia» a la que se acercan los vecinos de Casas Novas y clientes que salen o entran de la ciudad por la carretera de Santa Comba y que paran a tomar algo antes de acabar la jornada. Buscan buenas tapas, ambiente, una partida de cartas, vino en taza y fútbol televisado. La mayoría son hombres que se conocen de toda la vida pero que cuando van llegando ocupan mesas distintas. El que habla, habla en alto para todo el bar, y así se van calentando las sesiones parlamentarias.

A veces para por allí un jardinero o alguno de los responsables de seguridad de Monte Pío, porque la residencia poco da, pero al menos quita el miedo porque toda la zona cuenta con videovigilancia, y la garita de la policía no está muy lejos. Eso sí, todavía se recuerda un robo con un botín de cuatrocientos euros de la caja que se perpetró en el 2006, cuando era Touriño el que vivía en la casa. «Incrible, muchacho. ¡No mesmo perímetro de seguridade do presidente!», contó entonces el otro Manolo.