Ramón García: «Recuerdo a una persona de confianza que me decía ¡por Dios, ciérralo ya!»

SANTIAGO

Sandra Alonso

El presidente del Santiago Futsal disfruta del liderato en Segunda B y ve más cerca la estabilidad económica

05 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En noviembre de 2012 Ramón García asumió la presidencia del Santiago Futsal. Le ha tocado vivir momentos muy delicados, en los que el club estuvo a centímetros de la desaparición. Ha dejado atrás la fase más dura de un proceso concursal, ahora ve más cerca la estabilidad económica y disfruta con la buena trayectoria del equipo en Segunda B, al frente de la clasificación.

—Seis victorias y un empate. ¿Una sensación nueva?

—Totalmente. La verdad es que los últimos años fueron bastante difíciles. El pasado se empezó con problemas graves por la cantidad de jugadores perjudicados por el coronavirus, por lo que era imposible tener continuidad en el trabajo. Para todo lo que sufrió, el equipo lo hizo bastante bien. Y lo cierto es que desde que entramos en el club, por los temas económicos, siempre nos tocó bajar presupuesto y no poder fichar con la holgura del pasado. Siempre fue intentar salvar los muebles. Esto de vernos arriba de todo en la clasificación es realmente novedoso.

—¿Es la primera vez que puede disfrutar de la parcela deportiva o la parte económica sigue siendo asfixiante?

—En Segunda B el gasto es muchísimo más bajo. El problema de saldar la deuda de atrás era mantener al equipo en la categoría en la que estaba. El primer año que cogimos al club, la deuda era de 1,8 millones, estábamos embargados por la Hacienda y Seguridad Social y el problema se agravaba porque el presupuesto era de 850.000 euros. No solo había que pagar lo de atrás sino buscar para mantenerte. En Segunda B, a lo mejor el año pasado a estas alturas ya llevábamos gastados 15.000 o 17.000 euros en viajes. Los arbitrajes son menos de la mitad de lo que era en Segunda, y la tercera o cuarta parte que en Primera. También es verdad que no tienes otros ingresos. Este año creo que es ya clave. Estamos al día con Hacienda y la Seguridad Social y hay que intentar saldar deudas pendientes, algunas dolorosas porque fueron personas o préstamos en momentos muy delicados que hubiesen supuesto el final del club. Ya está pagada la deuda ordinaria y la privilegiada. Estamos al día en la subordinada, con la Seguridad Social y con Hacienda.

—¿Hablamos de mucho dinero todavía?

—No, son cifras asumibles.

—Visto con perspectiva, ¿hubiese sido mejor echar el candado y empezar de cero?

—Eso nunca se podrá saber. El coste fue altísimo. Coger el club como se cogió... El coste personal también fue muy alto. Destacaría a muchas personas, pero especialmente a Miguel (Miguel Fernández, anterior director general del club). Sin él no hubiese sido posible llegar hasta aquí, aunque fuese un trabajador del club. Renunciaron a muchas cosas. Algunos jugadores tuvieron detalles muy especiales. Y queda algo que percibí este año, cierta fuerza. Cuando descendimos, hubo jugadores que se ofrecieron a seguir solo para que el proyecto no muriese e intentar, en la medida de lo posible, reiniciar. Es la fuerza que también percibí aquel primer año, cuando se debía una animalada de dinero.

—¿Alguna vez se ha parado a pensar el coste personal de tirar de este carro?

—Es difícil pararse a pensar en eso. Son demasiadas cosas.

—¿Es difícil o es mejor no darle vueltas?

—Es difícil. También depende. Si estás en un día muy negativo, es un drama. Y si estas en uno muy positivo, la imagen que te queda no es muy real. Pero no solo a mí. Recuerdo una vez a una persona de mucha confianza que me decía ¡por Dios, ciérralo ya! Hubo situaciones muy tensas.

—Antes de ser presidente, vivió días de lleno en el palco.

—Sí. A veces había que ir antes para poder organizar el palco atendiendo distintas sensibilidades, para no poner a uno en un sitio que protocolariamente no le correspondiese.

—¿Ahora se nota el frío y la soledad?

—Ahora, a veces, estás solo en el palco. No me parece incómodo. Es la realidad. Es la diferencia de estar en Segunda B y en Primera. Hay gente que te recriminaba por ausencias en el palco y no la volviste a ver y ni aparecieron ya en Segunda. Lo que queda de consuelo es que hay gente que está en la grada y tendría que estar en el palco. Siguen yendo, se sientan en su sitio en la grada y son gente que por la semana le da fuerza al club. Lo otro es pasajero. Como diría Valdés Leal, sic gloria transit mundi (así pasa la gloria del mundo). Conviene no perder de vista el tenebrismo pictórico.

—Lo he visto con el Compos y con el Santiago Futsal, algo menos con el Obradoiro, gente que se desengancha con el tiempo y los resultados, y encuentra excusas. Lo de estos equipos en la élite tiene mucho de milagro.

—Creo que tiene que ver con que Santiago no es una ciudad localista. Durante años, ahora menos, había miles de personas, sobre todo estudiantes, que se iban a casa el fin de semana. ¿Cuántos alcaldes hemos tenido que llegaron a Santiago por otros motivos? Creo que también tiene que ver ser centro de peregrinación, que propicia un flujo de turismo que a veces despreciamos, creo que con cierta soberbia, porque aquí industria mucha no hay.

—Juan Silva, cuando fue presidente del Compos, dejo este titular: «Un día nos van a llevar la catedral y abriremos paso dirigiendo el tráfico».

—Creo que a veces nos cuesta ser conscientes de lo que tenemos

—¿Cuál es la mayor satisfacción para usted en todo lo que vive alrededor del fútbol sala?

—La actitud de la gente del club, de ese núcleo que año tras año empieza agosto con ilusión. A veces te preguntas si es una droga, porque realmente hay agostos a los que llegas con muchos problemas. Percibes fuerza y sentimiento.

—¿Qué le pide a esta temporada?

—Como le decía antes, afrontar algunas deudas que hay que zanjar. En lo deportivo, que se consolide un equipo si no para ascender sí para tener una base fuerte, crear una estructura de gente joven de Santiago o vinculada a Santiago.

—¿Está disfrutando esta temporada?

—Mucho. El lunes en Ourense lo pasé de cine.

—En todo este tránsito, ¿qué ha aprendido de la relación con los políticos?

—Mucho. Lo que creo es que el club tiene que depender de sí mismo y solo así podrá volver a ser grande. Los políticos unas veces te ayudan, otras no. Lo ideal es que lo privado pueda mantener el club. En conjunto, no me quejo del trato político. Pero si crees que el buen trato va a ser seguido, te estarías equivocando.