«Si los okupas no se van les montamos un control de acceso: el que sale ya no entra»

O. P. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Imagen de la policía desalojando a los okupas de un edificio de Vigo en noviembre
Imagen de la policía desalojando a los okupas de un edificio de Vigo en noviembre M. MORALEJO

Ojea, gerente de Mi casa no es la tuya, asegura que el primer paso es negociar

13 sep 2021 . Actualizado a las 15:02 h.

Mi casa no es la tuya es una empresa gallega de desokupación con sede en Lugo. Francisco Ojea, su gerente, ve en estas firmas la fórmula más rápida para recuperar la propiedad. «Y de una forma legal», asegura. Ante quienes cuestionan los métodos de esta actividad en expansión, responde: «Nosotros no le ponemos la mano encima a nadie, no somos agresivos ni coaccionamos. Siempre intentamos llegar a un acuerdo, y un abogado nos acompaña a las visitas» a los usurpadores. En ese primer encuentro, se les solicita que recojan sus pertenencias y dejen la vivienda, firmando la salida voluntaria y entregando las llaves, a cambio de que no se les reclame nada por los daños causados a la propiedad. Y se les expone las consecuencias que podría tener que el propietario fuese a la vía penal.

En caso de negativa de los okupas a marcharse, la empresa de desokupación monta un control de acceso a la vivienda: «El que sale, para ir a la compra o a por tabaco, no vuelve a entrar». Ojea explica que para ese control contratan a una empresa de seguridad privada, que envía a un vigilante uniformado durante las 24 horas para impedir la vuelta de cada okupa. En caso de que en el inmueble a recuperar se ejerzan actividades como prostitución o venta de drogas, llegan a actuar simultáneamente dos vigilantes, incluso con perros, asegura el gerente de la firma.

En algún caso, la propia Policía Nacional establece un control de acceso. Sucedió esta semana en un piso okupado en la calle San Lucas de A Coruña, señalado por vecinos como punto de venta de droga. Dos policías estuvieron durante horas en el portal, comprobando la documentación de todas las personas que entraban y salían.

La recopilación de datos antes de intervenir es clave. Ojea indica que a los clientes les preguntan por la situación de la vivienda: tiempo de okupación, número de personas, posibles actividades ilícitas y si hay menores en el interior, «porque entonces la resolución se complica mucho». Más tarde, personal de Mi casa no es la tuya verifica los datos e investiga circunstancias adicionales. Con la firma del contrato, empiezan a trabajar en el caso.

«El precio puede ir desde los 2.500 euros a los 8.000, dependiendo de la complejidad del caso, de que funcione como narco-piso o con actividades de prostitución y de quién lo okupe», explica Ojea. Asegura que no ofrecen compensación económica por irse: «Si pagas, lo estás fomentando. Si les das 700 u 800 euros lo que hacen es buscar la siguiente puerta donde entrar, para embolsarse esa cantidad». Pero hay gente que prefiere pagar para reducir posibles destrozos.

Menos opciones con el moroso del alquiler

La empresa de Ojea empezó a trabajar hace un año, con intervención en una treintena de casos en toda España. La mayoría en Lugo, donde recibieron en su primer trabajo más de una decena de denuncia por coacciones, amenazas y agresiones: «El juzgado las archivó todas», asegura.

En su experiencia, dice que en Galicia existen muchos casos de inquilinos que tras pagar el primer mes y la fianza, dejan de hacerlo; los llama inquiokupas, y con ellos las opciones son menores: «No se les puede montar control de acceso, porque ellos entraron a la vivienda con un contrato de alquiler y permiso del propietario. En ese caso sí podrían denunciar coacciones». Con ellos se reiteran las visitas para la salida amistosa del moroso, ofreciéndoles un plazo temporal para que busquen otra vivienda. De no aceptar, se iría a la v

Mi casa no es la tuya busca poner en el mercado dos nuevos productos: de alquiler seguro y de vigilancia de casas vacías.