Adiós a Mita, la funcionaria que revolucionó el mundo de la mujer en A Barcala

cristóbal ramírez

SANTIAGO

cedida

Su carrera profesional siempre quedó unida a sus esfuerzos por visibilizar a las mujeres de la comarca

27 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Infatigable activista en favor de los derechos de la mujer cuando de tal cosa no se hablaba para nada en el mundo rural gallego, María del Carmen Álvarez de Ron Riopedre -popularmente conocida como Mita- falleció anteayer.

Nacida en Piantón, una aldea pegada a Galicia del concejo asturiano de Vegadeo, fue en el entorno de Santiago donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional, que siempre quedaría unida a sus esfuerzos por visibilizar a las mujeres de la comarca de A Barcala donde incluso ni suministro eléctrico había. Su movilidad constante y sus inacabables iniciativas le granjearon las claras antipatías de un núcleo clásico caciquil que entonces señoreaba Negreira.

Mita fue integrante de la Agencia Número 1 de Extensión Agraria, ubicada en esa localidad, donde se formó un equipo cuyo enorme trabajo en el tardofranquismo y primeros años de la democracia aún está por reconocer: Campos Beiro, Joaquín Buergo (uno y otro serían luego concejales en Santiago por el PSOE), Juan José Cruz (su marido, a quien conoció en su primer destino, Cantabria), Rosa Silva y ella misma.

Muy implicada en las Juventudes Católicas e infatigable en su recorrer la comarca, acababa poniendo nerviosos a sus interlocutores porque, como decía uno de ellos, «era una máquina de generar ideas» destinadas a sacar a las mujeres de su estado pasivo en una parte de Galicia donde la durísima represión en la Guerra Civil y años posteriores -y el miedo consiguiente- había quedado grabada a fuego en la memoria de todos.

Los cambios políticos y administrativos trasladaron a Santiago, a la Dirección Xeral de Xuventude, a esta funcionaria cuya ideología nacionalista la apegó a la tierra, y desde las instalaciones de la Xunta y como buena viajera seguía añorando recorrer las aldeas organizando cursillos y respaldando a sindicatos y asociaciones de nuevo cuño, y, eso sí, parándose a hablar con cuanta mujer encontraba.