Comovino, o cómo volver a empezar

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns SANTIAGO

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Miguel Otero y Manuel Nouche retoman su singular proyecto que la pandemia les impidió consolidar en Santiago y que aprovecharon para «acelerar ideas»

12 jun 2021 . Actualizado a las 22:07 h.

Hace un mes reabrieron sus puertas después de una temporada de idas y venidas ajenas a su voluntad. Pero están de vuelta, con «nuevas ideas aceleradas» y con ganas de que por el número 47 de la Rúa do Vilar siga asomándose gente que ya los conoce y otros muchos que todavía no. Comovino es exactamente lo que indica su nombre, una vinoteca para disfrutar de botellas singulares y desconocidas pero con calidad; y un restaurante para probar una cocina gallega con raíces a la que le dan «muchas vueltas», recuperando viejas recetas olvidadas e innovando para acabar fusionando ambos mundos incluso a nivel geográfico.

A este maridaje contribuye la experiencia de Miguel Otero, que desde el 2010 regenta A Viñoteca do Mercado, en la Praza de Abastos; y el bagaje de Manuel Nouche, que se curtió en cocinas de Turquía, Rusia, Italia, Barcelona y justo antes de regresar a Compostela en el Hotel Ushuaia, en Ibiza. La inauguración del local, que los veteranos de la ciudad identificarán por haber acogido el bar Zúrich, fue en diciembre del 2018, y cuando nos atrapó el virus solo llevaban quince meses de actividad, justo en el momento en que todo empezaba a rodar y consolidarse.

Otros quince meses después retoman un proyecto que, al margen de las aperturas limitadas e intermitentes, no paró en sus cabezas. «La idea que tenemos es acabar creando un menú degustación que englobe todo nuestro trabajo, pero esto necesita tiempo y requiere mucho estudio», explica Manuel. «Esto» es la cocina gallega que toman como base para hacer sus innovaciones y «paranoias» meditadas «poco a poco». Sus creaciones tenían difícil encaje en el concepto de servicio a domicilio, así que optaron por esperar con paciencia para seguir el plan trazado a fuego lento. Miguel es el que orienta la carta de vinos, tratándose de alejar de las marcas más comerciales para preocuparse por pequeñas bodegas o proyectos que comienzan y que visita personalmente, una oferta que se complementa con caldos de España y Europa y una oferta cada vez más amplia de champán.

El local es interesante. Estrecho y largo, cuenta con una terraza privilegiada (siete mesas) y un interior con barra, bodega y un comedor para unos treinta comensales. De la distribución de espacios y la estética se encargó la arquitecta Anabel Serrano, que respetó la piedra y recurrió a la madera y al ingenio de Arturo Álvarez, que alumbra una de las mesas de grupo.

Ganas no les faltan, como lo demuestra el hecho de que, al tiempo que relanzan Comovino, preparan la apertura de otro local con una línea más callejera y en un emplazamiento mítico para los compostelanos. Un volver a empezar constante.