Un camino emboscado para recordar el pasado de Salaño, en Ons

cristóbal ramírez

SANTIAGO

CRISTÓBAL RAMÍREZ

El paseo desde el río Tambre hasta la aldea de Salaño Grande, en tierras de Brión, va por el medio y medio de un impresionante bosque

24 abr 2021 . Actualizado a las 04:55 h.

Recomendación inicial: abstenerse aquellos que no disfruten en medio de un bosque. Porque el paseo desde el río Tambre hasta la aldea de Salaño Grande, en tierras del municipio de Brión, va por el medio y medio de un impresionante bosque.

También hay que decir desde el principio tres cosas: que es un sube y baja, mucho más de lo primero que de lo segundo; que está impoluto (solo un pequeño plástico) y que el camino es muy ancho y cómodo. Añádasele que la señalización se merece el excelente hasta los dos últimos desvíos (en el primero, a la derecha; en el segundo, a la izquierda), cuando curiosamente desaparece por completo.

La primera buena noticia es que hay sitio para aparcar. De manera que crúcese Negreira y tómese la carretera hacia Urdilde, pasando previamente bajo el gran arco del pazo de O Cotón y girando a la izquierda para bordear el edificio.

Excelente asfalto que se estrecha cuando forma el puente de Pías. Y al finalizar este, a la izquierda, ahí se queda el coche, vecino por unas horas de un edificio muy bien integrado en el entorno y que es el club de piragüismo. Hay dos paneles. Uno de ellos, el primero, sirve de ayuda, puesto que se va a seguir parcialmente esa llamada Ruta do Tambre. Y en estos momentos eso quiere decir zona libre de covid: encontrarse a alguien por aquellos pagos es insólita casualidad en estos tiempos. De manera que espera una hora de paseo hasta llegar a Salaño Grande, y otro tanto de vuelta que se podría hacer por el asfalto, y que incluso reduciría unos minutos ese tiempo, pero con evidente peligro por el tráfico. Es preferible regresar sin ganar la aldea que elegir la opción del asfalto.

Además, cada dos por tres hay carteles de madera, estupendamente bien concebidos, con los microtopónimos del lugar donde se encuentra el caminante.

En fin, déjese el coche, crúcese con precaución la carretera y dejando casa cerrada y depósito de agua a la diestra las piernas empiezan a calentarse con un suave ascenso. El Tambre queda a la derecha, muy ancho, aguas calmadas, si hay suerte se ve alguna piragua deslizándose con enorme suavidad… Y ahí está el cartel de Vilela, y después el de Gandarón, y más adelante el de A Gamallosa, Alvares a continuación, por asociación de ideas Sucanal hace fijar la atención en los pequeños regatos que se precipitan a gran velocidad hacia el Tambre…

Y luego el de Pesqueira de Pazos. Porque aunque la vegetación lo dificulta mucho, si las aguas están bajas puede distinguirse esa pesqueira y alguna otra más, como la de Pedreira.

Pedra da Copa y Covas de Pachón vienen luego. Al lado de este último cartel hay un camino que permite descender (no apto para niños) hasta la orilla, pero desde luego quien ose hacerlo no verá cueva alguna. A Dorna sumerge en la perplejidad, porque que por allí surcara las aguas esa embarcación típica de las Rías Baixas es cuando menos sorprendente.

Luego, una bifurcación (a la aldea de Pazos por la izquierda) y el Coto dos Barbudos, con otro letrero más que indica dónde estaba el antiguo puente Pías. Lo dicho: puro bosque. Todo un ejemplo.