Pontepedriña espera por el desarrollo del ARI para renovar su aspecto

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Los baches invaden buena parte del ámbito y el párking disuasorio

12 abr 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Al igual que en otros barrios tradicionales de Santiago, en el de Pontepedriña también hay una parte antigua, la más próxima a la estación del ferrocarril; y otra que surgió ligada a la construcción de viviendas públicas, donde el tiempo parece haberse detenido hace décadas. En Pontepedriña, además, hay una tercera zona, más moderna, con edificios y calles que marcan claramente la diferencia. No solo el mal estado de conservación de las fachadas de los edificios de los grupos Cardenal Quiroga y Compostela denotan la diferencia entre una y otra zona: al pasear por las calles y plazas los dos mundos saltan a la vista.

La frontera entre la Pontepedriña de los años 60 y 70 y la más reciente, desarrollada en los años 2000, está en la calle Manuel Vázquez Cacharrón, que tiene a su margen izquierda las fachadas traseras de las edificios de protección oficial y, a su derecha, los bloques del nuevo urbanismo. Basta bajar la mirada para comprobar dónde empieza la zona nueva de baldosas blancas y dónde termina la vieja Pontepedriña de losetas ennegrecidas.

En todas las calles de Pontepedriña hay baches, salvo en la zona nueva, donde aún aguanta el asfalto. Desde el puente del ferrocarril no se salva ninguna. En la zona más antigua, rúas como Ulla, Brión y Xoana Nogueira, y hasta la arteria de acceso al barrio, Amor Ruibal, fueron objeto de rebacheo sobre rebacheo, lo que solo ha empeorado aún más el estado de la calzada. Lo mismo ocurre en las rúas Samos, Sahagún, Canfranc, Palas de Rei y plaza de León, entre otras, en el grupo Cardenal Quiroga, donde la brigada municipal de obras tendría trabajo para meses. Eso sí, ante la inminente puesta en marcha del multamóvil, las plazas de residentes fueron recientemente pintadas. Solo las líneas verdes y blancas que delimitan los espacios, las flechas blancas de dirección y los pasos de peatones siguen intuyéndose en el barrio.

Frente al estado de los asfaltos, las aceras del ámbito aprueban en general

Así como la calzada de todas las calles está en un nefasto estado, las aceras aprueban en general. En cambio, suspende con muy deficiente el pavimento del aparcamiento disuasorio acondicionado entre los edificios de los polígonos públicos y el sendero del Sar. El barrio precisa, en general, una fuerte inversión pública, que debería llegar con el área de rehabilitación integral (ARI) ya aprobada y con la que también pretenden impulsar la restauración y mejora de accesibilidad de los edificios de los grupos Compostela y Cardenal Quiroga.

Mención especial merece el parque infantil de la plaza de León. Todo un ejemplo de la falta de atención del Concello con este tipo de instalaciones en los barrios tradicionales. Al igual que el de Vite, el del Pontepedriña sigue con suelo de arena, en el que las cacas de perro son visibles. Pese a la antigüedad del barrio, los alquileres más bajos de pisos sin ascensor están atrayendo población joven con niños que precisan de un parque mejor cuidado.

En Pontepedriña se acondicionó un amplio espacio entre la rúa Clara Campoamor y el sendero del Sar como huertas urbanas atendidas por vecinos de todas las edades. Tradicionalmente en este barrio, sobre todo las mujeres, utilizaron este espacio, y el ahora ocupado por el párking como huertas en los años 80-90.

Como la gran mayoría de la ciudad, tampoco este barrio se libra de las pintadas. Aunque en Pontepedriña se hizo hace años un esfuerzo por poner en valor el arte de los grafiteros. En Amor Ruibal y en otras calles de la zona más tradicional se pueden ver algunos murales de gran calidad creados en un programa municipal.