La abundancia de carballos es una singularidad de la vía medieval
27 mar 2021 . Actualizado a las 22:33 h.Hace una década, en el paseo arbolado que regalan los últimos 5 kilómetros del Camino Real en Melide era fácil perderse. No en el itinerario en sí, que es de amable recorrido, sino llevando la cuenta del número de carballos longevos que lo flanquean. Los ejemplares de la especie arbórea por antonomasia del país se contaba por decenas: 517 documentó Xosé Manuel Broz en un trabajo que el director del museo etnográfico de la comarca melidense firmó en 2011 para el boletín que anualmente edita la institución. El carballo predominaba en la vía medieval de Ourense a A Coruña, en el tramo que, en el municipio melidense, discurre prácticamente paralelo a la carretera autonómica de referencia en la zona para desplazarse a la ciudad herculina. Pero, «agora quedan menos, moitos fóronse cortando», lamentan Cristina Vázquez Neira y Xurxo Broz desde la galería para reivindicar lo mismo que hace diez años su director: la puesta en valor del Camino Real, al que se refería como «quizais, o Camiño máis fermoso da Terra de Melide, tendo en conta o gran número de carballos que hai nas súas beiras».
Vázquez y Broz defienden, así, que la recuperación del trazado medieval pase, en primer término, por preservar los ejemplares que aún se conservan. La normativa de la Consellería de Medio Rural para la prevención de incendios no regula la tala de árboles aislados que no forman una repoblación forestal, por lo que no es obligatorio talarlos para cumplir con las distancias que establece la normativa. Sin embargo, el carballo, al igual que otra especies autóctonas, tampoco goza de especial protección legal, a no ser que el ejemplar forme parte del «Catálogo galego de árbores senlleiras». Ningún ejemplar o conjunto arbóreo del Camino Real en Melide figura en esa relación de la Consellería de Medio Ambiente, que contempla la posibilidad de solicitar la inclusión en el listado de árboles que se ajustan a una serie de singulares características.
Esa desprotección es la que preocupa a Cristina Vázquez y a Xurxo Broz, que también temen que el eucalipto le siga ganando terreno al carballo, como sucede en el lugar de A Rata, que, para compensar, ofrece vistas a las sierras de O Bocelo y de O Careón, y al monte Farelo. La estampa opuesta, y extraordinaria, la ofrece el Camino Real en A Torriña, en la parroquia de Zas de Rei, donde carballos alineados como cierre de fincas forman, sobre el trazado, un paseo abovedado que los pocos vecinos que habitan en el lugar recuerdan desde su niñez. «Se deixas que tallen, perderíase a esencia de camiño antigo, o seu valor; sería unha aberración», afirman Vázquez y Broz. El tramo también sobresale por los ejemplares que Jesús Souto y Eladia Sánchez tienen en propiedad en el camino de acceso a su casa. «Acórdoos de toda a vida aquí», cuenta él, que, a sus 88 años, también testimonia que ya hubo más de los que se conservan. Ella, por su parte, reivindica la «moita importancia» histórica de la vía medieval, a la que, considera, «deberían darlle máis mérito».
Cristina Vázquez y Xurxo Broz plantean la conservación y puesta en valor del Camino Real como reclamo turístico, siguiendo, así, los pasos de los concellos de Lalín y Agolada, que ya avanzaron en la señalización del tramo de la vía medieval que discurre, en esos municipios pontevedreses, entre Parada y Ferreiroa. Para ello, además de la protección de los árboles autóctonos que aún se conservan, entienden que el trazado «non debería converterse nunha pista asfaltada», porque, además de deturpar su valor histórico, «non é necesario». La vía medieval quedó en desuso tras la construcción de la carretera general, desde la que, además, hay accesos a los diferentes núcleos que vertebra.