Los leones de Agualada añoran a los peregrinos del Camino Inglés

cristóbal ramírez SANTIAGO / LA VOZ

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Imagen de la iglesia de San Cristovo de Enfesta, con el cruceiro en primer plano
Imagen de la iglesia de San Cristovo de Enfesta, con el cruceiro en primer plano CRISTÓBAL RAMÍREZ

La iglesia de San Cristovo de Enfesta tiene un cruceiro sobresaliente

12 feb 2021 . Actualizado a las 19:55 h.

Los compostelanos, como todos, no pueden salir del perímetro de su municipio. De manera que este es un buen momento para conocerlo a fondo. O sea, para ir a esos lugares donde las concentraciones de gente no existen ni ahora ni nunca, y donde contagiarse resulta imposible.

Uno de esos lugares es la iglesia de San Cristovo de Enfesta. O sea, carretera nacional rumbo a Mesón do Vento y, una vez dejada atrás A Sionlla, al final de la pequeña subida comienza un carril doble. Y justo antes aparece un desvío a la derecha. ¿Está señalizado? Sí, pero el indicador se ve tan ennegrecido que no se lee nada. En fin, circúlese por esa carretera, de buen asfalto, y al pasar bajo la autopista, segundo desvío a la derecha y en el stop a la izquierda, dejando a la misma mano un notable ejemplar de hórreo que se ha puesto en venta. A escasos metros ya se alza la iglesia, airosa, alta, en un lugar donde no hay nadie excepto circunstancialmente. Nivel de covid igual a cero.

Lo primero que llama la atención es su cruceiro. No por su tamaño, sino porque es una buena pieza, ejemplar sobresaliente del encanto que salía de manos muchas veces anónimas por Galicia adelante, canteros que son patrimonio de un pueblo, desde el anónimo que trabajó en el Obradoiro (eso era esa plaza: el taller de la Catedral) a las órdenes del Maestro Mateo hasta el que creó este.

Y de ahí a otra iglesia, la de Agualada. Si se va en coche, vuelta a la nacional, rumbo a Mesón do Vento de nuevo y ya se distinguen las campanas del templo. O sea, que hay que meterse al carril de servicio y girar a la diestra en cuanto se pueda. Y este sí que es un tesoro, y es de lamentar que aún no haya sigo investigada a fondo.

Para empezar, se hallaba en el Camino Inglés, en el histórico, no en el recientemente inventado que va por pistas modernas por el otro lado del asfalto. Y lo demuestra: es quizás la única iglesia de Galicia que puede presumir de poseer en el exterior de su ábside el relieve de un peregrino. Y además su entrada la vigilan dos animales mitológicos con apariencia de leones que llaman, y mucho la atención. El templo, en fin, ha sido reconstruido en una parte, y con muy buen criterio se ha empleado un material que muestra con claridad qué es lo nuevo y qué es lo viejo. Estética aparte, claro.

Otra razón más para llegarse hasta allí: a medio centenar de metros espera una área recreativa, muy amplia, acogedora, y aunque el tiempo no ayuda a sentarse y relajarse, allí no hay riesgo alguno para que correteen los más pequeños de la familia.

Pero si desde Enfesta se prefiere ir a pie -está muy cerca- déjese el coche en el camino de regreso, donde se cogió el desvío tras la autopista. Y váyase de frente, ya sin asfaltar a los pocos metros y en una zona emboscada muy grata. Al acabar esta pista, a la izquierda. Al llegar al asfalto, segunda a la izquierda, y ahí espera Agualada. Muy descriptivo, pero útil. En resumen, una alternativa para estirar las piernas por un territorio que hasta 1962 fue un municipio independiente de Santiago.