José Codesido: «La incertidumbre es siempre la mayor amenaza para la maternidad»

joel gómez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Los tratamientos de fertilidad se redujeron un 8 %, por la pandemia, dice

09 feb 2021 . Actualizado a las 00:18 h.

Este mes nacerán las primeras criaturas concebidas tras los tratamientos de fertilidad que comenzaron después del confinamiento. El Iraga, situado en HM Rosaleda, y que dirige el ginecólogo José Codesido, verificó que «las embarazadas han evolucionado bien durante todo este período y no ha habido mayores complicaciones respecto a las que pueden ser habituales».

-¿Cómo influye la pandemia en la natalidad?

-La natalidad habrá disminuido, sin duda, porque la natalidad en general se nutre de la gente joven, y es un colectivo que en general se ha retraído, a la espera de lo que pueda suceder. Sin embargo, para muchas personas que están en el límite de edad para tener hijos, con una economía más solventada, que son quienes se hallan en torno a los 40 años y tienen problemas de reproducción, se han planteado el que se conoce como síndrome del nido vacío y han tratado más en serio de solucionar eso. Por eso, en las clínicas de reproducción asistida, después del confinamiento hubo un ligero repunte en las consultas.

-¿Qué influye más para plantearse tener descendencia?

-La incertidumbre es siempre la mayor amenaza para la maternidad, que necesita un entorno de tranquilidad y de seguridad. Y en la sociedad en la que vivimos ahora no se consigue hasta unas edades avanzadas, eso explica el retraso en la maternidad. Hay estudios que indican como la mayoría de las personas a los 20 años reconocen que uno de sus planteamientos en la vida es tener hijos, pero eso se va retrasando y es un grave problema. Y cuando pueden tener hijos tienen complicaciones de todo tipo. Sería bueno poder tener la vida arreglada mucho antes.

-¿Cómo afrontaron la pandemia en los centros de reproducción?

-A pesar de estar cerrados casi dos meses durante el confinamiento, el número de ciclos ha bajado poco, sobre un 8 % respecto al año anterior. Lo que indica que ha subido la cantidad de tratamientos después del confinamiento.

-¿Tuvieron una caída semejante anteriormente?

-Fue más significativa la caída con la crisis económica, entre los años 2014 y 2016, que en esta debida al coronavirus hasta ahora. Aunque tenemos temor a las consecuencias económicas de esta pandemia, que pueden producir otro descenso. Ahora esperamos que en los próximos días ocurran los primeros partos de los embarazos que hubo en mayo. Hasta ahora solo atendimos los de los últimos ciclos que hicimos antes del confinamiento.

-¿Hay más complicaciones relacionadas con la pandemia?

-Las complicaciones durante el embarazo a causa del coronavirus no suelen afectar a los fetos. Lo mejor es no tener la infección y tomar todas las precauciones .

-¿Recomienda la vacuna del covid a las mujeres?

-Sí. Aunque todavía no hay estudios sobre embarazadas, se piensa que muy probablemente no produzca complicaciones, y sí la ventaja de evitar la enfermedad. Las vacunas no incorporan el virus. Además, en embarazadas que tuvieron covid-19 el virus tuvo escasas complicaciones, y al no inyectarse el virus esperamos que no produzca ninguna preocupante.

-¿Son mayores los riesgos, en comparación con otras vacunas?

-Hay que tener en cuenta que vacunas como la de la gripe se la aconsejan a las embarazadas y no da problemas. La Sociedad Española de Fertilidad recomienda un período de seguridad de 3 semanas entre el embarazo y la vacuna del covid, pero se supone que no habrá complicaciones y que la vacuna protegerá a todos. Yo aconsejo la vacuna, aunque estén a tratamiento o tengan una perspectiva de embarazo próximo. Ojalá que lleguen muchas vacunas para toda la población lo antes posible.

«Tener que cerrar y estar en ERTE fue lo peor del covid»

Además de influir en la reducción de tratamientos, la pandemia tuvo otras repercusiones en la clínica Iraga: «Preveíamos conmemorar nuestros primeros veinte años con alguna actividad y no fue posible. La pandemia lo ha cambiado todo en las relaciones y tampoco hemos podido organizar un nuevo simposio sobre avances en nuestra especialidad, ahora esas reuniones son virtuales», sostiene José Codesido.

-¿Qué fue lo peor de la pandemia del covid, hasta ahora?

-Para nuestro centro el tener que cerrar y estar en ERTE, desde el inicio del confinamiento hasta que reabrimos de nuevo en la primera quincena de mayo. Tuvimos que adaptarnos a la situación y en ese período atendíamos solo casos urgentes, que era lo que nos permitían.

-¿Y cómo les influye ahora en el modo de funcionamiento?

-Tenemos todo un protocolo de actuación en el que, en primer lugar, cualquier persona antes de acudir tiene que responder a un cuestionario. Además, se toma la temperatura y somos estrictos en el lavado de manos o el uso de la mascarilla, tanto de pacientes como de todo el personal. Ahora hay incluso más desinfección, limpiamos como nunca antes entre paciente y paciente todo lo que se haya podido tocar. Además, se hace siempre test para detectar el virus antes del ingreso hospitalario, cuando es necesario y antes de la colocación de los embriones o inseminaciones, y demás tratamientos.

-¿Qué pruebas utilizan?

-PCR o de antígenos. Se le hace a la mujer, incluso a la pareja si es preciso, para evitar que está infectada en esos momentos.

-¿Incorporaron la videoconferencia en las consultas?

-Eso de momento no, no lo vimos necesario.

-En otros centros sanitarios es ahora habitual.

-Es cierto. Nosotros procuramos solucionar telefónicamente o por correo electrónico todo lo que sea posible. Pero las consultas son muy personales y procuramos que sean presenciales. En las salas contamos con filtros de aire y procuramos mantener una distancia razonable para garantizar una mayor seguridad. Las hemos tratado de acortar, pero son similares a antes. Eso sí, la documentación se ha digitalizado, prácticamente el papel solo lo usamos en casos puntuales, cuando es imprescindible.

«El tratamiento es un proceso con muchos altos y bajos, esperanzas y algún tropiezo»

José Codesido explica que «las técnicas de fertilidad que más se aplican para ayudar a las mujeres que ya no disponen de óvulos para que puedan concebir son la inseminación artificial; la fecundación in vitro, que puede ser con diagnóstico genético preimplantacional o no; y la donación de ovocitos. El éxito está en torno al 40 % de probabilidades en un intento; en varios intentos aumenta y se supera».

-¿Cuántos intentos suelen hacerse?

-La media, y lo más habitual, son dos intentos por paciente.

-¿Se utiliza mucho la donación de óvulos?

-Se ha notado mucho una disminución a causa de esta pandemia. Se necesitan más donantes.

-¿A qué atribuye que haya descendido?

-Influyen diversas causas: estuvo la universidad cerrada, hay más miedo para acudir a un centro hospitalario y eso es una dificultad, y también a todo el proceso que implica la donación.

-¿Por qué cree que hay ese miedo?

-Realmente no es un miedo fundado, no hay evidencia científica para justificarlo, pero es comprensible que las mujeres se retraigan a acudir a los centros para donar.

-¿Causa perjuicios el covid en los óvulos?

-En estudios que se hicieron no se ha demostrado que el coronavirus entre ni en los óvulos ni en el semen. La transmisión del covid no es por vía sexual sino de contacto.

-¿A qué consecuencias se enfrenta una mujer en los tratamientos de fertilidad?

-A consecuencias físicas, que son cada vez menos; económicas, que dependen de la marcha de la economía y de la situación personal; y psicológicas, que para mí son las más importantes, porque el tratamiento implica todo un proceso, con muchos altos y bajos, muchas esperanzas y algún tropiezo, y eso acaba afectando. Y en estos momentos en que hay una cierta tensión psicológica en el ambiente puede suponer una mayor dificultad. Tenemos psicólogo especialista en reproducción asistida, que apoya a las pacientes y también evalúa a quienes quieren donar ovocitos.

-¿Qué tratamiento se aplica más ahora mismo?

-La donación de óvulos ha disminuido, pero los procedimientos in vitro con óvulos propios han aumentado hasta un 15 %, y otros tratamientos también crecen ligeramente en los últimos meses, tras el confinamiento.