Yago Costoya: «Me llamaron loco por dejar todo por una tienda de vinilos, pero aquí sigo»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO DE COMPOSTELA

SANTIAGO

Yago Costoya, el dueño de Disco Precio, la tienda de vinilos de la calle Santiago de Chile, muestra con orgullo dos primeras ediciones. «De estas hay pocas», aclara con  entusiasmo. «No me veo como un empresario. Es un lujo trabajar en lo que te gusta, venir pensando qué disco pongo hoy», enfatiza
Yago Costoya, el dueño de Disco Precio, la tienda de vinilos de la calle Santiago de Chile, muestra con orgullo dos primeras ediciones. «De estas hay pocas», aclara con entusiasmo. «No me veo como un empresario. Es un lujo trabajar en lo que te gusta, venir pensando qué disco pongo hoy», enfatiza Sandra Alonso

Fue hace 25 años cuando montó Disco Precio, el conocido local de Santiago. «De originales como este de The Who solo debe haber cuatro tiendas en el mundo que lo tengan», muestra con orgullo. «No me puedo morir sin organizar otro gran concierto», promete

25 ene 2021 . Actualizado a las 23:34 h.

Será en este 2021 cuando Disco Precio, la tienda de vinilos y música de segunda mano de la calle Santiago de Chile, cumpla 25 años, una cifra redonda a la que la pandemia deja por ahora sin celebración. «Aún me acuerdo que fue Dover el que la inauguró por casualidad en 1996. Tocaban en la plaza Roja y se pasaron», recuerda con entusiasmo Yago Costoya, un arzuano de 50 años que apostó todo por la música, su pasión. «Siempre cogía el Freire para venir a Santiago a comprar discos. Ya de joven no me perdía ningún concierto en Clangor o en el Número K», revive sobre una etapa que lo asentó en la ciudad. «Trabajé nueve años en la Xunta pero al final me fui. Me llamaron loco por dejar todo por la tienda, sobre todo en pleno auge del cedé y en unos años en los que firmas como Sony Music dejaban de producir vinilos, pero aquí sigo», remarca con orgullo. «Era la oportunidad. Tenía en mente lo de la segunda mano y sabía que en esa época mucha gente se desharía de estos discos. Estaba convencido, además, de que iban a volver», sostiene visionario sobre un retorno que se confirmó. «Ahora parece que el vinilo lo ha inventado Amazon, pero muchos estuvimos ahí aguantándolo», bromea.

Sobre las claves de su resistencia, no duda. «Lo imprescindible es moverse mucho, lograr piezas exclusivas o ediciones raras, también en cedé, que aún vendo mucho. Yo tengo ido a buscar colecciones por toda Europa y cuando localizo una buena, no paro. Aún en diciembre convencí a un vasco, después de negociar con miles de euros, para que me vendiese sus vinilos. Entre ellos hay desde una primera edición original inglesa de Sgt. Pepper's de The Beatles, que salió de la tienda por 350 euros el mismo día que llegó, hasta un original de My generation de The Who. Debe haber cuatro tiendas en el mundo que lo tengan», declara eufórico. «A veces estoy vendiendo discos y me duele», reconoce mientras acaricia las joyas del negocio. Mira al escaparate y admira también su equipo de música. «Me lo traje de Ámsterdam. Lo tenía en el salón cuando vivíamos en una casa de Teo, pero luego vinimos a un piso en Santiago, nacieron los dos niños y ya me quedé sin espacio», explica con una sonrisa antes de recordar que hace años también tenía el local contiguo. «Jorge Martínez, el de Los Ilegales, me pintó allí un grafiti de sí mismo. Pretendía que si cambiaba de bajo, cortase la pared y me lo llevase», rememora riendo al evocar sus amistades musicales. «Cuando Josele Santiago vivía aquí, estaba todos los días en la tienda», aclara, sin olvidarse de la fidelidad del público.

Llegó un chico desde Murcia y me dio 500 euros por un vinilo de 6. Me contó que durante la mejor noche de su vida sonó esa música

«Dentro de mi margen nunca tuve el problema de no vender. Esta Navidad me compraron casi igual que en la anterior. No olvido que el primer día en el que reabrí tras al encierro había gente esperando fuera. Ellos también tenían ganas de música», desliza agradecido. «En Internet solo ofrezco el 10 % de lo que tengo. No me gusta que un título bueno lo localice alguien y se lo lleve, y se queden sin él mis clientes», defiende. «No cuido las redes. Algunos me dicen ‘‘¿cómo no me avisaste de que entró esto?', pero ¡sabes lo bonito que es ver su cara de sorpresa!», destaca mientras recupera una anécdota que le conmovió. «Un peregrino me pidió guardar dos días un disco orquestal. Dijo que vendrían a buscarlo. Llegó un chico desde Murcia y me dio 500 euros por un vinilo de 6. Me contó que durante la mejor noche de su vida sonó esa música. Viajó a EE.UU. y a Reino Unido para localizar el elepé y fue su amigo el que lo vio aquí», acentúa. «Cada vez hay más apasionados del vinilo, también entre padres e hijos», refuerza. «Es curioso, además, el actual revival de los 80. Muchas chicas piden temas de ABBA», afirma divertido. Ya sobre ventas, apunta que el disco de N.H.U., el grupo local de rock progresivo de los 70, es el que siempre tuvo mejor salida.

Sandra Alonso

Sin perder empuje, no elude más facetas. «Monté una promotora a la que llamé Gabba Gabba Hey por el eslogan de los Ramones. Giré con bandas como Los Flechazos. A Santiago traje conciertos como el de Motörhead», enfatiza sobre un proyecto al que se llevó la crisis. «Eso te queda siempre, pero no descarto volver. No me puedo morir sin organizar otro gran concierto», concluye con ilusión.