Antonio Garrido: «Vine a Santiago a dar las campanadas y di el 'campanazo' y me quedé»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Antonio Garrido revive sus campanadas del 2010 mientras señala el reloj de la Berenguela. «Solo tiene una aguja por lo que no sabes cuándo va a dar las doce», recuerda. «Se me cayó una uva pero no se vio porque no estaba en plano», apunta divertido
Antonio Garrido revive sus campanadas del 2010 mientras señala el reloj de la Berenguela. «Solo tiene una aguja por lo que no sabes cuándo va a dar las doce», recuerda. «Se me cayó una uva pero no se vio porque no estaba en plano», apunta divertido PACO RODRÍGUEZ

El conocido actor y presentador sevillano, que ha aceptado el reto de hacer «sketchs» en gallego, se asentó hace casi una década en Compostela. Revela con gracia cómo se ha reorientado su fama: «En el colegio de mi hijo me reconocen pero no como actor sino como padre de 'Ñete', y eso mola más»

22 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se asoma cada tarde a la sobremesa de TVE con Mercado Central, una ficción de la que hasta hace poco estuvo rodando nuevos episodios. Aprovechamos este descanso para conocer el lado más personal, y «casi gallego», de Antonio Garrido, el conocido actor y presentador sevillano de 49 años, afincado desde el 2011 en Compostela. Su faceta profesional no necesita presentación. Como intérprete se le ha podido ver en series como Los Simuladores o Los Protegidos, un clásico aún muy recordado. En televisión, y con más de 20 años de trayectoria, se puso al frente de concursos como Identity, en TVE, cadena con la que en el 2007 presentó por primera vez las campanadas. «Fue muy bonito, algo que te queda siempre. Tu familia te ve y tus amigos que están fuera te llaman para decirte que contigo se han acercado a casa. Y a mí, menos mal, no me pasó ninguna anécdota», recuerda. «Eso sí, yo tenía preparado un abrigo porque en la Puerta del Sol hace mucho frío y no quería que me viesen tiritar y que pensasen que temblaba de nervios. Pero vi el vestido de Anne Igartiburu y lo descarté. No podía salir todo tapado», añade riendo.

En el 2010, año Xacobeo, repitió experiencia pero en Antena 3 y en Santiago. «Fue muy gracioso porque también lo retransmitía desde la misma plaza la TVG. Se acercó Gayoso para presentarse, quitándose importancia. Y ya le dije que a mí no le daba, que él llevaba con un programa tanto años como Saber y Ganar. 'Tú eres un clásico', le dije y se rió», apunta el presentador. «Me acuerdo que ese día llovía a mares. De cara a la cámara estábamos impolutos pero la espalda la teníamos empapada. Aún así, fue precioso. Cuando sonó la música y empezaron los fuegos y vi A Quintana, casi se me cae la lagrimita», rememora sobre una noche que se alargó. «Yo me había traído a tres amigos. Después de las uvas, fuimos a un pub de A Raíña y ahí apareció Lucía, la que hoy es mi mujer y madre de mis dos hijos. Siempre digo que vine a dar las campanadas y di el ‘campanazo' y me quedé», enfatiza aún con emoción sobre una nueva etapa compostelana que lo asentó en pleno casco histórico. «Aquí estoy enfocado sobre todo a la crianza. Mi parcela laboral la sigo desarrollando básicamente fuera», aclara sin olvidar mencionar con una sonrisa cómo se ha reorientado su fama. «Cuando voy a recoger a mi hijo mayor a La Salle sí noto que me reconocen, pero la mayoría de la gente lo hace no como actor sino como padre de ‘Ñete' (Antoñete) y eso mola más. Me gusta que me identifiquen porque vivo aquí», incide el presentador, un acérrimo seguidor del Betis y «ahora del Obradoiro». «Es gracioso porque cuando algún niño me dice que no conoce a nadie más del Betis le aclaro que su delantero, Borja Iglesias, es de Santiago y estudió ahí», desliza con orgullo mientras estrecha lazos entre ambas tierras. «En mi boda hicimos una copa galaico-andaluza, con cerveza del sur y albariño. Hubo flamenco pero también baile gallego con mi sobrino, que estaba en Cantigas e Agarimos», evoca. «En mi caseta de la feria de Sevilla aún recuerdan cuando mi cuñado envió 25 kilos de percebes y los preparó allí», subraya riendo y agradecido a su familia política, dueña del conocido restaurante A Barrola.

PACO RODRÍGUEZ

Ya sobre trabajo, y mientras enlaza proyectos y suma millones de reproducciones con la webserie de humor cofrade El Palermasso —«me gusta tanto la Semana Santa de Sevilla que por contrato no trabajo ahí»—, comenta con alegría cómo aumentará sus colaboraciones en el programa Land Rober, de la TVG, donde aceptó en antena el reto de hacer sketchs en gallego, «algo que me enriquece». «Fue buenísimo porque al día siguiente me paró en la calle una lingüista y me ofreció ayuda para aprenderlo. Una nueva muestra de lo amable que es aquí la gente», acentúa sin negar que el humor «no siempre viaja bien». «Hay cosas que a mí me resultan muy graciosas y que aquí no lo son. Y al revés» sostiene sin dejar de reír. «Soy profundamente andaluz pero me sorprendo al ver cómo defiendo a esta tierra», confiesa con cariño antes de declararse oficialmente sonense. «Veraneamos en Porto do Son, donde estoy empadronado. Tuvimos la suerte de poder pasar allí la cuarentena» explica sobre una dura etapa de la que lamenta que haya despertado «tanto odio» y ante la que reivindica poder trabajar. «Solo el 10 % de los actores de este país vivimos exclusivamente de nuestra profesión», reflexiona.

De nuevo en clave local, y tras pedir con fuerza el fin del AVE a Galicia, reconoce que cada vez le cuesta más alejarse de su familia y de Santiago. «Disfruto del día a día, como de ir a la Praza de Abastos. Hasta aprendí a hacer cosas lloviendo. Si no llueve, no podemos tener todo lo que hay aquí», valora ya en plural.