La Cocina Económica quiere abrir antes de las fiestas navideñas

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Los menús para la comida y la cena se siguen repartiendo en bolsas al mediodía

16 nov 2020 . Actualizado a las 23:07 h.

«Se me parte el alma al ver a las personas, a las que pongo nombre y apellido, comer en la calle». Así habla Alicia Lourido, directora de la Cocina Económica de Santiago. A principios de noviembre, la entidad quiso abrir el comedor social para poner fin a la imagen de numerosas personas comiendo en los alrededores de la plaza Irmán Gómez. La vía pública, los portales, parques y casas abandonadas están siendo los lugares escogidos por quienes no tienen un techo. Pero no se pudo abrir el comedor. La concejala de Políticas Sociais, Mila Castro, le pidió a Lourido que esperara un poco más, porque la evolución del coronavirus obligaba a ser cautos.

Ahora, «a la espera de que el covid nos deje, tenemos todo el protocolo preparado; queremos empezar en diciembre». Para la directora, lo ideal es volver a sentar a la mesa a las personas en la segunda semana de diciembre. «No quiero pensar en que en las fiestas navideñas aún tengan que estar comiendo por los rincones. Se me parte el alma. A cada uno de ellos les pongo nombre y apellido. No son un número», insiste Lourido. En el centro trabajan para reforzar al máximo las medidas de prevención y conseguir así que les permitan recuperar parte de la normalidad.

La directora de la Cocina Económica asegura que todas las personas que llegan a la puerta del comedor «tienen la misma atención, pero los habituales son conocidos desde hace mucho tiempo, y pienso en ellos». Junto al grupo de los habituales, están las caras nuevas. «Gente que nunca se vio en esta situación y que espera salir pronto». Se trata de personas que se acercan al comedor y preguntan «con cierta vergüenza, que no tienen que tenerla, cómo funciona esto y qué tienen que hacer». Son mujeres y hombres que «nunca pensaron en tener que venir», pero la crisis sanitaria les ha privado de su trabajo.

Todos los días, entre las 12.30 y 13.30 horas, se prepara un amplio dispositivo para entregar los lotes de comida en fiambreras desechables.

Cada una de las 150 personas que de media se acercan a la Cocina Económica se llevan el menú para la comida de mediodía, que se compone de un primero en el que no suelen faltar legumbres o verduras; un segundo con opción de carne o pescado; postre, con fruta del tiempo o algún lácteo; pan y bebida. De las 150 personas de media que recogen la comida, unas 80 piden también la cena, que se entrega en envases separados. Al desayuno acuden muchos menos, unos 30 o 35, dependiendo de los días. Por las dos comidas se cobra un euro, mientras que el desayuno es gratis.

El número de usuarios se mantiene estable desde hace meses, pero son superiores a la etapa precovid. Alicia Lourido calcula que, antes de la pandemia, «en la comida eran unos 139 y ahora llegamos hasta los 180. Y las cenas podían ser de 52, 59 o como mucho 63; pero ahora son 80 y, a veces, 90».

En cuanto a familias, apunta que acude a recoger alimentos un matrimonio con niños, y una pareja. Los niños nunca comieron en el comedor, ya que siempre se dio los alimentos para sus casas.

«Los donativos llegan en menor número que al principio de la pandemia»

En la Cocina Económica, como en todas las instituciones y asociaciones que auxilian a las personas sin recursos, los donativos son fundamentales para mantener el ritmo de las prestaciones. Al principio de la pandemia, los almacenes se llenaron de entregas de particulares y también de instituciones. Ahora, con el paso de los meses, estas entidades reconocen que han bajado las donaciones, aunque las necesidades crecen sin parar. «Con la entrega de la tarjeta monedero de la Xunta, de entre 450 y 900 euros, vienen menos familias, pero aún es necesaria mucha ayuda, porque, además de comer, hay que asumir gastos higiénicos como el de las mascarillas».

Alicia Lourido apunta que, aunque menos, siguen recibiéndose llamadas de particulares en el centro que preguntan «qué hace falta, porque van a hacer un pedido para enviarnos». La directora comenta que los productos más necesarios son las legumbres, porque «ahora, en invierno, resuelven bien las comidas, pero también café para los desayunos», y en definitiva, «todo lo que la gente quiera entregar en la Cocina será muy bien recibido. Todo hace falta».

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