En torno al Tambre por Sigüeiro

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Ofrece la posibilidad de caminar tranquilos y es un recorrido idóneo para realizar con niños

07 nov 2020 . Actualizado a las 04:55 h.

A pesar del cierre perimetral de una buena parte de la comarca compostelana, los paseos son posibles. Y en este nuevo escenario el mundo rural ofrece unas posibilidades de las que carece el urbano. Así que en la medida en que se pueda hay que buscar espacios en donde cruzarse con alguien sea, simplemente, una rareza. Y uno de ellos espera en la retaguardia de Sigüeiro.

En la nueva rotonda de esta localidad procede tomar la carretera de Grabanxa. Pasado el kilómetro 2, desvío a la derecha, y a los 350 metros otra vez a la misma mano, por una carretera que se convierte en calle ancha (bosque que está siendo talado ahora mismo por un lado, viviendas por el otro). Y así se llega al Tambre. No hay ningún problema en aparcar el coche en un lugar ya solitario. Un camino invita a seguir el curso del río, bien hacia su desembocadura, bien hacia su nacimiento.

En el primero de los casos, ese camino es un mero sendero, pero apartarse si el recién llegado se cruza con alguien no tiene mayor ciencia. Se llega así, a los 300 metros, a un área grande, pero si se continúa hasta la isla de O Refuxio sí resulta más difícil echarse a un lado en el caso de encontrase con otra persona. De continuar se llega a la entrañable isla de O Refuxio, con bancos y mesas.

Si por el contrario se elige ir aguas arriba, la anchura de la vía es mucho mayor, y en ningún caso se pasa demasiado cerca de nadie. Primero bordea el Tambre Golf -preciosa zona-, sube unos metros por el asfalto y gira inmediatamente a la derecha, dejando a la misma mano primero un bosque de pinos y luego las fértiles tierras de aluvión. Más de un kilómetro de caminar tranquilo -incluso se pasa al lado de los únicos castiñeiros que quedan en toda esa área- con la posibilidad de descender hasta la misa orilla.

La única aldea se divisa a la izquierda, lejos, y está asentada sobre un castro. Y es que esta zona ha sido habitada desde el neolítico, como muestra otro castro y una mámoa (o sea, 5.000 años de antigüedad mínimo) en la ribera de enfrente, aunque uno y otra no se distinguen desde ahí. La pista de tierra remata ante la carretera que conduce a diversas aldeas de Oroso y entra en dominios de O Pino.

En todo el paseo hay solo dos cuestas, muy pequeñas en extensión y algo empinada la última, la que remata en el asfalto. Se trata de un recorrido idóneo para ir con niños porque la peligrosidad es nula.