Alivio en Lagartos tras lograr echar a los okupas: «Nos daba miedo hasta que nuestros hijos fuesen solos a comprar el pan»

SANTIAGO

Los vecinos de la calle del compostelano barrio de San Pedro vivían atemorizados porque la vivienda era un punto de venta de drogas al que acudían numerosos toxicómanos
03 oct 2020 . Actualizado a las 23:40 h.«A nosotros nos tocó la cara b de la okupación». La reflexión es de un vecino de la calle Lagartos, en San Pedro, que está aliviado y feliz tras librarse de los okupas que se habían instalado en un piso del número 4 de esa vía y que tenían atemorizada a toda la zona. Discusiones, peleas, ruidos insoportables a altas horas de la noche y un constante ir y venir de toxicómanos para comprar mercancía constituían el día a día de este recoleto y tranquilo barrio compostelano. «Ha sido un infierno, es que nos daba miedo hasta que nuestros hijos fuesen solos a comprar el pan a la panadería porque muchas veces estaban los drogadictos inyectándose ahí mismo», añade señalando a dos bancos de madera que hay en un recodo.
El vecino, pese a haber tenido que padecer el problema okupa con toda su crudeza, aún distingue entre okupas y ocupas. «A mí no me parece mal que una familia con niños que se queda en el paro entre en un piso de un banco o de un fondo buitre, siempre que se comporten y no den problemas a los vecinos. Yo es que hasta les apoyo y tienen toda mi solidaridad, pero esto es otra cosa», señala. Por desgracia, esa modalidad no maligna de ocupación constituye menos del 5 % de las usurpaciones en España. La cara b es realmente la cara a y en Santiago la práctica totalidad de los okupas están generando gravísimos problemas de convivencia y seguridad asociados además al trapicheo de drogas.
En el piso okupa de la calle Lagartos se vendía y consumía droga a diario y eso es exactamente de lo que se quejan también los vecinos que limitan con dos viviendas de Belvís y otra de la Rúa de San Pedro en las que se han instalado okupas. También en la Costa do Vedor y en los otros dos barrios azotados con mayor dureza por este grave problema social, los de Pelamios y el Pexigo.
La forma en la que fue okupado el piso de la calle Lagartos desalojado esta semana gracias a la intervención de una empresa especializada, Desokupación Legal, se ajusta perfectamente al perfil que muestra este grave problema en Santiago. Lo relató el propio dueño de la vivienda. Hace dos años, se la alquilaron a una chica, que tras el pago inicial jamás volvió a abonar una mensualidad. Fueron condescendientes hasta que la deuda acumulada era ya demasiado alta y decidieron recurrir a los juzgados. Cuando el asunto estaba a punto de resolverse, la joven se fue, pero en lugar de devolverles las llaves se las dio a unos okupas y así acabó allí instalada una pareja que convirtió el inmueble en un punto de venta de estupefacientes.
Cuando el pasado miércoles el dueño del piso por fin pudo volver a entrar en él, era incapaz de articular palabra. Tampoco hacía falta, las lágrimas en sus ojos lo decían todo. Su esposa, al día siguiente, dijo que estaban «muy felices y encantados», pero prefirió preservar su identidad porque todavía tiene miedo de los okupas.
Esa felicidad la comparten todos los vecinos y la mostraron con aplausos y sonrisas de oreja a oreja cuando veían cómo los okupas sacaban sus pertenencias de la vivienda y se marchaban sin más tensión que alguna desavenencia entre ellos mismos.
Ofensiva policial en los barrios con más usurpaciones: Pelamios, el Pexigo, Belvís y San Pedro
Que el de la okupación es un problema que preocupa en Santiago es una realidad. Tanto es así, que en la primera reunión que mantuvieron el alcalde, Xosé Sánchez Bugallo (PSdeG-PSOE), y el nuevo comisario de la Policía Nacional, Cástor Vázquez, ese fue el principal tema del que hablaron. A aquel encuentro le sucedieron dos reuniones en la comisaría con vecinos de los barrios que más problemas con okupas tienen. Primero fue el turno de Pelamios y esta misma semana le han seguido los de Belvís y San Pedro. Todos han reclamado mayor presencia policial, lo que ha motivado que se lance un operativo conjunto con agentes del CNP y de la Local para reforzar la presencia policial en ambas zonas.
En Belvís, los vecinos y el Concello tienen identificados dos pisos okupados en los que, además, aseguran que también se está trapicheando con drogas. Lo mismo ocurre con el inmueble de la Rúa do San Pedro, cerca del antiguo bar Mosquito, cuyas actividades ilegales han generado un hartazgo tan grande entre los vecinos que la semana pasada incluso organizaron una manifestación.
En Pelamios el problema se concentra en un edificio de apartamentos que mayoritariamente se dedican al alquiler. Los okupas comenzaron pagando las mensualidades hasta que dejaron de hacerlo. Su presencia ha motivado una enorme preocupación entre los vecinos, que tienen miedo a que les usurpen las viviendas que están vacías actualmente. También se quejan por los diarios conflictos que se producen y no solo porque también se dedican al tráfico de drogas, sino porque estacionan sus vehículos y tiran basura donde les parece.
En el Pexigo el problema es el mismo que en Pelamios. En otras zonas de la ciudad hay también pisos okupados, aunque no tan graves como en estos barrios.
El primer desalojo en Santiago que protagoniza una empresa especializada
Tras dos años sin poder hacer uso de su piso, desesperados por la situación y atemorizados por los okupas, la familia propietaria del piso de la calle Lagartos que había sido okupado decidieron poner el asunto en manos de una empresa especializada con sede en Madrid, Desokupación Legal. Quince días después de recibir el encargo, dos miembros de esta firma se presentaron en Santiago y comenzó una larga negociación con los okupas que finalizó para bien tras siete horas y media de conversaciones. Los usurpadores aceptaron marcharse voluntariamente e incluso firmaron un documento que acredita que la intervención fue completamente legal. Después, cambiaron la cerradura y colocaron una de seguridad e instalaron una alarma para evitar más sustos.