El mal tiempo llena el centro de Santiago

b. casal SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La lluvia animó a muchos turistas a cambiar la playa por una escapada a la capital y abarrotó los párkings más céntricos, donde se amontonaron los vehículos aunque sin llegar a los colapsos del verano del 2019

15 ago 2020 . Actualizado a las 00:47 h.

A pesar de la lluvia, o quizá gracias a ella, en Santiago nunca faltan turistas. El día de ayer trajo de vuelta el mal tiempo a Compostela, pero lejos de ser un problema hubo quien aprovechó la falta de sol para cambiar la playa por la Catedral. Los visitantes siguen llegando a la ciudad, aunque en menor medida que el año pasado, y ni siquiera un chaparrón es capaz de aguarles una foto con las Marías o un paseo por la Rúa do Franco. Prueba de ello es el nivel de ocupación de los párkings del centro, que son un buen termómetro para conocer la afluencia de turistas. En el mediodía de ayer, el aparcamiento de la Praza de Galicia estaba al completo y la fila de coches que esperaba su turno para entrar daba la vuelta a la plaza. En otros, como el San Clemente, la situación era más tranquila, pero el movimiento era constante a pesar del mal tiempo. La lluvia es tradición y los turistas no solo lo saben, sino que en muchos casos hasta la esperan.

«Acabar el Camino con lluvia, llegar al Obradoiro y ver la Catedral con este ambiente es especial», cuenta Antonio Ortiz, que terminó ayer el Camino Francés junto a Pilar Pardo, su acompañante. Ambos son de Murcia y coinciden en que «viniendo de donde venimos, la lluvia es toda una alegría». Esta última etapa pasada por agua puso el broche final al segundo Camino de Pilar y al primero de Antonio, que coinciden en que «más que este tiempo, lo que molesta es vivir esta experiencia con mascarillas y teniéndote que relacionar de forma distinta con el resto de peregrinos».

A Concha Valencia y Arancha Guerra tampoco les asusta la lluvia. Las dos llegaron desde Madrid y visitan Santiago en grupo, aunque tanto una como la otra ya habían estado antes en la ciudad. «Ya se sabe que Santiago es lluvia, a nadie le coge por sorpresa», apunta Arancha, mientras que Concha indica que precisamente «eso es parte de su encanto». Sobre si el mal tiempo les estropea el día, la respuesta es clara: «El único incordio es tener que pasear con la mascarilla, pero es lo que toca», dice Concha.

Además de los turistas nacionales, en días como los de ayer también son muchos los gallegos que aprovechan la falta de sol para darse una vuelta por Compostela. «Hay más movimiento que otros días. Cuando llueve en Galicia, la gente que no puede ir a la playa viene a Santiago», cuenta Ania Morales, que trabaja en una tienda de alimentación de la Rúa do Franco. Según explica, «también llega bastante gente de Madrid, Barcelona o Bilbao, pero turismo internacional hay menos, aunque alguno hay». Para este tipo de turistas, el problema no está en la lluvia, sino en las restricciones de movimiento y en las fronteras. Los que pueden viajar, como Tania y Joseph, una pareja que llega desde Francia, lo importante es equiparse bien para pasear por el Obradoiro. Para Tania es la primera vez, pero Joseph, que ya había visitado la ciudad, sabe bien lo que hace falta para recorrerla: «El chubasquero es la mejor herramienta para conocer Santiago», cuenta.

La hostelería trata de aprovechar el tirón con muchas terrazas cerradas

A pesar de las circunstancias sanitarias, la hostelería santiaguesa sigue llenando sus locales con turistas de las más diversas procedencias. El problema está en los días de lluvia, en los que se da una situación casi paradójica, puesto que aunque son muchos los que se animan a visitar la capital gallega cuando no pueden ir a la playa, muchos establecimientos no pueden poner sus terrazas a funcionar si cae el chaparrón.

Sin sombrillas que protejan las mesas y sillas exteriores, muchos turistas deciden pasar sin entrar en los establecimientos de la zona vieja. No solo se trata de una cuestión de tener menos sitio, que también, sino que mucha gente evita los espacios interiores por miedo al virus. De esta forma, el sector no aprovecha todo lo que podría el tirón de los días de lluvia, cuando la ciudad se llena, o al menos no tanto como en las jornadas en las que el sol despunta en lo alto.