Condena ejemplar a un violador y al amigo que miró sin ayudar a la chica

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

El agresor cumplirá nueve años de cárcel y su acompañante seis y medio por colaborador

06 jul 2020 . Actualizado a las 10:42 h.

La sección compostelana de la Audiencia Provincial ha dictado una sentencia en un caso de agresión sexual que demuestra lo mucho que ha cambiado, para mejor, la sensibilidad social y judicial en los casos de violación. En este caso, ha considerado culpables tanto al hombre que penetró vaginalmente a la mujer como a su amigo, al que el fallo considera cooperador necesario. El primero ha sido condenado a nueve años de prisión y el segundo a seis y medio y entre ambos tendrán que indemnizar a su víctima con 12.000 euros. Tampoco podrán comunicarse con ella ni acercársele a menos de 300 metros en un plazo de cinco años.

Además, la sentencia es también ejemplar al mostrarse tajante en lo que a la responsabilidad criminal de los dos hombres se refiere y al no entrar en ningún momento a valorar la conducta de la mujer, que antes de la agresión mantuvo relaciones sexuales consentidas con uno de ellos.

La violación se produjo en la madrugada del 29 de julio del 2016. La mujer tenía una relación de amistad con los dos hombres y había quedado con ellos en el bar Mercromina de la Rúa de San Pedro. Tomaron unas cervezas, jugaron al futbolín y, en el transcurso de la noche, como habían hecho en otras ocasiones, fue al coche de uno de los acusados con el que tenía una relación más estrecha, consumieron una raya de cocaína y mantuvo con él relaciones sexuales consentidas.

Después de aquel encuentro, volvieron al bar y al cabo de un rato los hombres se ofrecieron a llevar a casa a la chica, que en aquel momento tenía más de 30 años de edad. En ese momento, según la sentencia, el que había mantenido relaciones sexuales consentidas con la mujer ya sabía que su amigo también quería también acostarse con ella e idearon un plan para conseguirlo.

En el trayecto, el vehículo lo conducía el acusado de colaboración y a su lado, en el asiento del copiloto, iba la chica, mientras que el agresor estaba atrás. Lejos de tomar el camino del domicilio de la mujer, tomaron dirección hacia Salgueiriños hasta llegar a un lugar oscuro y con suelo de tierra situado cerca del camino de Chan de Curros.

Fue allí donde el agresor se bajó del coche, abrió la puerta del asiento en el que iba la mujer, la llevó por la fuerza hasta el asiento trasero y allí, en contra de su voluntad y agarrándola para inmovilizarla, le subió la ropa, le bajó la ropa interior y la penetró vaginalmente. Mientras, el amigo del agresor, el que había mantenido aquella noche relaciones consentidas con la chica, miraba la escena por el retrovisor y «permaneció en el asiento del conductor, sabiendo lo que pasaba, sin ayudarla a pesar de sus gritos», señala la sentencia.

Tras la agresión, se marcharon y dejaron allí abandonada a la chica, que eran las 6.40 horas cuando llamó al 112 para pedir ayuda y que fue andando hasta un almacén de vinos que en ese momento estaba abriendo, donde comunicó a una señora y a su hijo que la habían violado.

Fue entonces cuando acudió tanto de la Policía Local como la Nacional, ante las que declaró. Todos los agentes con los que trató destacaron después que, con las limitaciones lógicas del estado de shock y estrés en el que se encontraba, ofreció un relato coherente, conciso y que no incurrió en contradicciones con sus posteriores declaraciones en el juzgado. Así lo refleja también la sentencia de la Audiencia compostelana, que destaca que mostró «serenidad y aplomo» y que su relato fue «suficientemente rico en detalles y explicaciones» sobre todos los aspectos de la agresión, por lo que su testimonio ha sido tomado en cuenta como prueba de cargo en el caso.

La mujer tuvo sexo consentido con uno de los acusados la misma noche de la violación. El otro hombre también quería acostarse con ella y ambos planearon la agresión.

Los mensajes del móvil tumbaron la defensa de los procesados, que negaron los hechos

Además del sólido testimonio de la víctima, la condena a nueve y seis años y medio de prisión del violador y su amigo, respectivamente, se sustenta también en otras contundentes pruebas. Las más esclarecedoras son los mensajes telefónicos que tras la agresión intercambiaron la mujer y el hombre que había cooperado en la agresión al no auxiliarla, que de los dos acusados era con el que más trato tenía y con el que, como ocurrió aquella misma noche, mantenía relaciones sexuales consentidas ocasionalmente.

El primero es de difícil comprensión porque se produjo a las 6.41 horas, justo después de la violación, y en él la mujer parece querer decirle al hombre con el que tenía una relación de amistad «de esto no te olvidas en tu vida». Horas más tarde, a las cuatro de la tarde del 29 de julio, él le escribe en tono conciliador, pidiéndole perdón y preguntándole si había llegado bien a casa. Ella contesta a partir de las 20.57 horas llamándoles «flipados de mierda» y preguntándole de qué le valía su perdón y con reproches como «no te importó lo que me hizo», «eres igual a él» o «estoy sola y sin nadie, pero no paso lo que pasó».

Él le pidió perdón

Media hora después, él la responde e inician una conversación en la que el hombre trata de justificarse alegando que estaban bebidos, que lo siente mucho y que espera que le perdone, a lo que la mujer contesta diciendo que esa no es una excusa y que con él mantuvo relaciones sexuales porque quiso, pero que con su amigo, el que la violó, que no quería, por lo que ahora quiere darle «lo que se merece» porque lo «odia con todas sus fuerzas», para terminar diciéndole: «Y de ti no me lo esperaba».

Ante la firmeza de la mujer, a las tres de la mañana del día siguiente el hombre volvió a escribirle con, como destaca la sentencia, «un cambio de tono evidente» y tratando de negar la violación. Así, le dice «tampoco hizo nada malo [su amigo], solamente no te llevamos en el coche» e insiste «discutisteis, marchamos y te dejamos», a lo que ella responde llamándole falso. El cambio de versión no convenció a los magistrados.