El patrimonio oculto: de la lápida del obispo Teodomiro a la Virgen del Sar

Montse García Iglesias
Montse garcía SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La mayor parte de descubrimientos se produjeron cuando se acometían otras obras

20 jun 2020 . Actualizado a las 23:15 h.

Ocultos entre zarzas, enterrados, formando parte de muros... y, ahora, entre las aguas del río. La Virgen con el Niño de estilo gótico, descubierta por el pescador Fernando Brey Quintela en el Sar a su paso por Conxo, ha sido el último elemento del patrimonio histórico que ha aflorado en Santiago y su área, uniéndose así a una larga lista de hallazgos en las últimas décadas, que van desde los petroglifos -que lideran la lista de descubrimientos recientes- hasta la lápida del obispo Teodomiro o la sede de la Real Audiencia de Galicia.

Sin rostro, al igual que la Virgen del Sar, aparecía hace cuatro años una escultura de la fachada medieval del Pórtico enterrada en la torre sur de la Catedral. Fue toda una sorpresa para los operarios cuando al retirar escombros y restos de piedras sin valor se toparon primero con una mano y parte del pergamino que sostiene la figura de 1,85 metros. Los expertos apuntaron que, por la manera de tallar la piedra, se trataba de una pieza de la escuela del maestro Mateo de finales del siglo XII o principios del XIII. Poco después encontraron otra escultura coetánea, aunque de autoría distinta, ya que se atribuye al maestro de los Paños Mojados, también utilizada como material constructivo. La Catedral ha sido, sin lugar a dudas, el punto en donde más patrimonio oculto durante siglos ha aflorado en las últimas décadas. En enero de 1978, aparecían siete tallas del siglo XII al desmontar la escalinata. Seis de ellas pertenecían al antiguo coro pétreo del maestro Mateo, según apuntaban entonces los expertos, mientras que la otra había dudas de si era de la antigua fachada del Obradoiro o del claustro. Y es que muchas figuras, una vez desacralizadas, acabaron «en muros y dentro de altares y enterradas», explicaba el catedrático de Historia del Arte Ramón Yzquierdo Perrín, a raíz del hallazgo de la Virgen en el Sar, donde la singularidad está en que apareciese en el río. ¿Podría haber muchas que todavía permanezcan ocultas formando parte de construcciones? «Seguramente habrá y la mayoría de ellas no aparecerán nunca porque no se van a poner a excavar», respondió.

Precisamente en excavaciones de la Catedral se encontraba en septiembre de 1955 una lápida del sepulcro del obispo Teodomiro. Ya más recientemente, hace menos de una década, se abría al público la necrópolis hallada bajo el templo, donde se descubrieron esqueletos de la época sueva.

Pero los hallazgos vinculados al patrimonio van mucho más allá de la Catedral. Otra de las sorpresas recientes llegó, precisamente, ligada al lugar en donde hay otra Virgen de la Leche en Santiago, la iglesia de Salomé. Durante los trabajos de rehabilitación de una vivienda situada encima del bar Los Porches, empezaron a surgir diferentes elementos, como dinteles y sillares, que hacían pensar en la existencia de un claustro gótico en ese punto al unirlos a otros elementos ya conocidos anteriormente.

Hace ahora dos décadas, precisamente, en unas obras en los números 12 y 14 de la Algalia de Abaixo, salía a la luz la sede política, militar y administrativa de Galicia hacía quinientos años. Vestigios de arcos e imágenes esculpidas, entre otros elementos, desvelaron la sede de la Real Audiencia de Galicia. Hubo muchas más obras que destaparon el pasado de Compostela. En San Lázaro, cuando se iba a construir uno de los edificios administrativos de la Xunta, aparecieron restos arqueológicos del hospital construido en 1149 para los enfermos de lepra; bajo el Auditorio de Abanca había vestigios de una curtiduría; en San Roque, una calzada medieval; en los sótanos del entonces Banco de España, restos de la primera muralla de la ciudad; y en San Pedro, los de una antigua abadía benedictina, entre otros.

Y si hay un ámbito en el que se ha destapado y difundido especialmente la existencia de nuevos elementos es en el arte rupestre, con más de un centenar de petroglifos documentados en la actualidad en el área compostelana, cuando un lustro antes solo había catorce documentados.

Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de Apatrigal
Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de Apatrigal SANDRA ALONSO

«A preocupación era que a escultura do Sar acabara no mercado negro» 

M. G.

Que a escultura quedase como patrimonio público. Ese foi o obxectivo da Asociación para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego (Apatrigal) despois de que Fernando Brey lles informase do achádego da Virxe de estilo gótico no río Sar. «Hai un mercado de tráfico de patrimonio. Entón, o que queriamos era que a Xunta se fixera cargo dela para que non se perdera para sempre ou que houbera que pagar por ela para que se quedase aquí. A preocupación era que non acabara no mercado negro», explica o presidente da entidade, Carlos Henrique Fernández Coto, que foi quen comunicou á Consellería de Cultura o descubrimento.

 

Fernández Coto ten claro que o que o acontecido coa Virxe do Sar «é unha gota no océano», porque «cada semana hai un problema co patrimonio en Galicia», facendo referencia ao roubo de pezas, como poden ser cruceiros; así como a pintadas, como as que en varias ocasións sufriu a Catedral; ou os danos causados as mámoas. Para o presidente de Apatrigal, «aínda queda moito patrimonio por descubrir» en Galicia, especialmente no ámbito castrexo, pero lembra a singularidade do caso da Virxe atopada no río Sar, porque «non tiña que estar aí». Precisamente, nos últimos días, moitos expertos puxéronse en contacto con el interesándose pola escultura. Un dos elementos nos que se pousan moitas das miradas destes investigadores é sobre os muros existentes nas proximidades lo lugar por se axudaran a descubrir algo máis da orixe desta Virxe do Leite do século XIV.

Para o presidente de Apatrigal aínda existe moito descoñecemento sobre o patrimonio, ao longo de Galicia xa descubriron unha ara romana formando parte dun muro ou incluso miliarios romanos empregados como columnas dun galpón.