Jesús Fernández González: «El peregrino se va a echar al Camino»

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

No podrá disfrutar del Apóstol, pero sí verá de nuevo llegar a los caminantes desde la ventana de su despacho

19 jul 2020 . Actualizado a las 20:03 h.

Jesús Fernández González vuelve a casa. El obispo auxiliar de Santiago nació hace 60 años en Selga de Ordás, en León, y cerca de allí, en Astorga, tiene su destino. Nombrado recientemente obispo de Astorga por el papa Francisco, dentro de un mes dejará el arzobispado de Compostela en el que ejerció la labor apostólica en los últimos seis años. Se va, dice, con pena, porque se ha sentido acogido y querido con el apoyo del arzobispo Julián Barrio, del que solo tiene buenas palabras. «Me hubiera gustado poder estar el año santo aquí, porque llevamos dos años preparándolo con mucha ilusión, pero nos debemos a la Iglesia y el santo padre me pide este servicio y trataré de hacerlo lo mejor posible. Dios y la Iglesia me lo piden».

-Usted es castellano. ¿Ha notado mucho la diferencia cultural?

-La principal, la lengua, pero en la cultura, con el paso del tiempo me he dado cuenta de que hay muchas cosas similares, porque ha habido mucha relación histórica. Además, yo soy de una parte al noroeste de León, en el límite con el Bierzo, al lado de Galicia.

-¿Se lleva buenos recuerdos?

-Extraordinarios. No esperaba encontrarme una hospitalidad tan grande, me llevo un gran recuerdo del espíritu familiar que hay en Galicia, del respeto y el cariño a los mayores, que es un gran valor. También del amor a las costumbres, de la fe honda... No se me va a olvidar. Y he vivido momentos muy significativos, como el Sínodo que tuvimos en los años 2016 y 2017, sobre todo trabajando una ponencia que se refería a la renovación pastoral en la que se contempla cómo debe ser la misión evangelizadora de mañana, no solo la de los sacerdotes, sino también la de los fieles laicos. También hubo un Año de la Misericordia en el que se abrió la puerta santa, y para alguien de fuera es muy emotivo. Yo estuve en el 2010 en el año santo, vine con una peregrinación de León, incluso hice la invocación al Apóstol. ¡Quién me iba a decir que cuatro años después sería obispo aquí!

-Como obispo responsable de Cáritas Española, ¿cómo vivió los tiempos duros de la pandemia?

-Se están desbordando las peticiones. Gracias a Dios, también está siendo muy generosa la gente y vamos respondiendo, pero con mucho dolor y preocupación. Ha habido mucha soledad y mucha muerte, muchas personas que no han podido hacer duelo, que no pudieron despedir a sus seres queridos, y esas colas del hambre, que se han multiplicado por dos o por tres en la ciudad. Y notamos el miedo.

-Dice que aumentaron las ayudas con la pandemia, pero tal y como indicó Cáritas de Santiago, en los meses previos habían bajado.

-A eso le llamamos una fatiga de la caridad. Con la crisis del 2008 aumentó mucho la ayuda, pero cuando se fue normalizando la situación, bajó bastante, que también es lógico, la verdad. Ahora, llegado este momento, ha vuelto a subir y espero que se mantenga un tiempo para poder paliar esta situación.

-¿Verá de nuevo llegar los peregrinos antes de marcharse?

-Espero que sí, porque no creo que me vaya antes de un mes. Mi residencia da a la plaza de la Inmaculada, y en este tiempo de pandemia, mirar por la ventana y no ver a nadie ni oír nada, era un tormento. El sueño de todos es recibir de nuevo a los peregrinos. Tengo en la memoria retenida la estampa de grupos juveniles cantando con sus guitarras, desde la ventana de mi despacho los veía darse abrazos, y ojalá lo volvamos a ver pronto.

-¿Cambiará mucho el modo de ganar el jubileo?

-No lo creo, fuera de las medidas de seguridad que hay que adoptar para evitar el contagio y esperando que pronto aparezca la vacuna, que será la clave para volver a una cierta normalidad, y digo cierta porque no creo que la vida vaya a ser como la de antes.

-¿Por qué?

-Porque todos hemos reflexionado y, seguramente para bien, nos hemos dado cuenta de que el mundo iba demasiado deprisa y no valorábamos ciertas cosas como la vida familiar, el encuentro entre las personas o la mirada hacia quien lo está pasando mal.

-¿El Camino será como antes?

-En cuanto abran las fronteras empezarán a fluir los peregrinos, y yo tengo la sensación de que el peregrino se va a echar al Camino, porque evoca libertad, fe y esperanza, que es lo que necesitamos ahora. Por supuesto, con todas las medidas de seguridad, sobre todo en los albergues, porque un rebrote sí que nos haría muchísimo daño.

-¿Usted volverá como peregrino?

-Yo ya había hecho el Camino, lo recorrí hace años en bicicleta y creo que es algo que no podemos perder porque da la oportunidad a las personas de plantearse preguntas profundas en una sociedad que a veces se mantiene en la superficialidad y en la fugacidad. El ser humano necesita encontrarse, y el Camino, sobre todo a los más jóvenes, les ofrece la oportunidad de encontrarse consigo, con los demás y con Dios.

«Estamos de acuerdo con el ingreso mínimo, llevábamos ocho años pidiéndolo»

La Iglesia mantiene diferencias con el actual Gobierno de España, pero no por el ingreso mínimo vital, todo lo contrario.

-¿Cree que el ingreso mínimo ayudará a paliar esas necesidades que tan bien conoce Cáritas?

-Estamos muy de acuerdo, de hecho en Cáritas llevábamos ocho años pidiéndolo; es decir, la Iglesia llevaba ocho años pidiéndolo. Es un avance que hay que agradecerle al Gobierno pero también a todos los partidos, porque ninguno votó en contra, lo cual es indicativo de que había un gran consenso. Es una medida que va a ayudar a los que más lo necesitan para que no se tengan que repetir escenas como la de ese padre que fue a robar unos potitos para su hijo.

-¿No podría desmotivar la búsqueda de empleo?

-No conozco la letra pequeña, pero eso hay que controlarlo. Si desmotiva, no se desarrolla la persona. Cuando una persona pone sobre la mesa un pan que lo ha trabajado él, se siente orgulloso porque se vale por sí mismo, lo que tiene que ver con la dignidad. Pero estoy seguro de que eso la ley lo contempla.

-¿Cómo ve el panorama político?

-Estamos muy decepcionados. Al principio de la pandemia, yo ensalcé en un artículo a la clase política porque parecía que iban todos juntos, pero en este momento, creo que están creando una cierta desazón en la sociedad civil. No es así como los queremos, no estamos para confrontaciones, estamos para salir juntos y mejores de esta situación.

-¿La Iglesia hace autocrítica ante el laicismo de la sociedad?

-Si predicamos una cosa y hacemos otra, estamos desacreditando el Evangelio. La Iglesia no debe olvidar que lo esencial es el amor a Dios y a nuestros hermanos. Pero todos somos peregrinos y el polvo del camino se nos va pegando.