La crisis del covid-19 no puede con la pasión por los tatuajes

Patricia Calveiro Iglesias
p. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

El tiempo para reflexionar y el aislamiento dio pie a nuevas citas, dicen en Sagrado Corazón

16 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El despertar del comercio tras varias semanas de aislamiento social está yendo lento, pero seguro. Ciertos negocios están capeando mejor que otros el temporal, ya sea por un repunte inesperado de la demanda o por otras cuestiones. Entre los que han visto, para su sorpresa, cómo al reiniciar la actividad el ritmo de trabajo es muy parecido al de la era precovid está un estudio de tatuajes santiagués, Sagrado Corazón.

¿El motivo? Por una parte, se trata de la tienda de tatuajes más antigua del casco histórico compostelano y, tras una década en activo, se han ganado una reputación y una buena cartera de clientes, indica el responsable del equipo, Daniel Aníbal. El argentino destaca, además, que aunque «pensaba que después de casi 60 días de confinamiento salir a tatuarte es un poco loco, nos encontramos con varios tatus de poscuarentena. Es decir, estos días la gente tuvo mucho tiempo para reflexionar. A mí me ha pasado. Abres los ojos en algunos aspectos y te planteas vivir la vida de una forma diferente. El resultado es que muchos han decidido tatuarse este momento de cambio y tener un recuerdo para siempre de esta época. También hemos tenido algún diseño por los abuelos, en un contexto en el que la familia cobra más importancia, lo que no sé ya es si los perdieron o son homenajes en vida. Lo que aún no nos han pedido, por ahora, es hacerse el dibujo del virus tal cual».

El perfil del cliente que acude estos días a Sagrado Corazón es el de personas que ya tienen tatuajes y quieren añadir uno más a su colección personal. Son, por lo general, amantes de este tipo de expresión artística y suelen inyectarse tinta varias veces al año.

Entre los que se han decidido durante el confinamiento y aquellos que ya tenían una cita que fue suspendida por el estado de alarma, en el estudio de la Rúa Nova ya trabajan a pleno rendimiento. De media, realizan unos tres tatuajes y otros tantos piercings cada día. Lo que sí han cambiado son ciertos protocolos para garantizar la máxima seguridad y minimizar el riesgo de contagio.

Poco cambio, pero importante

«Nos pusimos en contacto con Sanidad, que es el organismo que rige en nuestro sector. Podíamos empezar ya el día 4 con cita previa, pero decidimos esperar por una cuestión de responsabilidad. En esta profesión, por ley y para protegernos de otras enfermedades que se contagian a través de la sangre, tenemos que ser muy pulcros. No es algo que venga de ahora, pero sí se han incorporado algunos cambios. En primer lugar, el cliente solo tiene contacto con el anillador o tatuador que lo vaya a atender y, al tener dos plantas, podemos asegurar el distanciamiento. Además de usar los guantes de nitrilo, mascarillas y las agujas y tintas desechables habituales, llevamos pantallas plásticas y delantales de un solo uso. Si antes limpiábamos el estudio al principio y al final de la jornada, ahora se hace todo el día y se desinfecta con productos específicos. Y también se ha adaptado el local: hemos quitado parte de la decoración que podía acumular polvo y se pintó todo de nuevo para dejar el espacio más diáfano y limpio todavía», indican desde Sagrado Corazón.

Explican que se encontraron también en este momento con ciertos problemas de suministro: «Hay escasez en el mercado de mascarillas, guantes de nitrilo y limpiasuperficies específicos con efecto viricida. No solo se han encarecido en precio, sino que su volumen de circulación se ha reducido mucho. Hemos hecho un stock pero no se pudo hacer la compra que teníamos prevista. Nos hemos tenido que adaptar».

Reconoce el responsable del equipo santiagués de tatuadores y anilladores que, al encontrarse su negocio en la zona monumental, se verán afectados a medio plazo por la falta de peregrinos y turistas, que suponen una parte importante de su clientela. «Con una Catedral semicerrada, el Camino parado y la hostelería tocada; la zona vieja casi no tiene atractivos, ya no solo para la gente de fuera también para la de aquí. Nosotros, por el momento, tenemos trabajo y la agenda llena gracias a los clientes de siempre; pero no hay previsión de que vaya a ser un año bueno».