Lou Reyes: «A veces creo que me dediqué a la música para ir de un lado para otro»
SANTIAGO
El músico se lamenta de que tenía «mucho trabajo» para los dos próximos años
10 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Es un todoterreno y un obús sobre el escenario. Lou Compostela, como se bautizó inicialmente al sumergirse en el mundo del rocanrol en todas sus variantes, que luego pasó a ser Lou Reyes, es en realidad Marcos Tellería Couso, nacido en Vitoria, pero criado en la calle Loureiros. Sus primeros pinitos los hizo en La Salle, donde aprendió «a darle un poco a la guitarra teniendo de profesor al gran Isaac Vázquez Alvite», histórico maestro de rondallas. Más de 30 años en la música profesional y en plena forma arrojan un saldo de unas ochenta canciones propias, un puñado de discos y varias bandas.
«Grabé mi primer disco en Barcelona en 1989, donde vivía entonces, con Jaime Stinus -que había sido guitarrista de la Orquesta Mondragón y, posteriormente, de Los Rebeldes y Loquillo- y músicos de primera fila, entre ellos José F. Garea, batería del mítico grupo santiagués NHU», se afana en contar con entusiasmo. Los Astros, Los Horizontes, The Wild Bunch, Rockin’ Corsarios y Los Mustang Charrs son los nombres de los principales grupos que lideró y con los que salió a actuar a Francia, Suiza o Italia. «El teclista de Los Astros era Vázquez Tato, quien traía a veces a los ensayos a su hijo David, un chaval. Con el tiempo fundé The Wild Bunch y lo incorporé, con apenas veinte años, porque se había convertido en un excelente guitarrista. Debutó en el Toural en unas fiestas del Apóstol y juntamos en el escenario a hijo y padre. Fue emocionalmente fuerte», rememora. Rockabilly, country, corrido, tex-mex y música americana en sentido amplio son palos que domina Lou, al tiempo que hace gala de una potente imagen cuando sale al ruedo, cual vaquero tejano, como se puede ver en el festival de conjuntos que Compostela Solidaria organiza cada año, evento que califica como una idea fenomenal.
«En estos meses, encerrado, he aprovechado para escribir, repasar canciones, aprender otras, poner al día algunas, rematar cosas antiguas que tenía inacabadas, grabar vídeos con canciones para mi Facebook, en fin, ocioso no he estado. También estoy buscando acordeonista, que mira que está complicado, para un proyecto con mi compadre mexicano, Emilio Iniesta», indica el artista, que dice llevar «bien» el confinamiento. «Parafraseando a Liberty Valance, vivo allí donde cuelgo mi guitarra», sentencia. La cara amarga es que ha perdido «muchos bolos: tenía mucho trabajo para estos dos próximos años y parece que se ha ido al garete. Espero que, tal como nos cayó encima este muermo, se vaya así también», manifiesta.
Cuando gira, le gusta «casi» todo, así como el «propio» viaje. «A veces creo que me dediqué a la música para andar de un lado para otro. Es lo que aprendes y encuentras de camino. Igual que me adapto a todo, le saco rendimiento a todo. Disfruto de cualquier cosa, grande o pequeña. La carretera o el propio cruce de caminos son referencias para muchas de mis canciones. El sujeto de las historias, de mis canciones, es la naturaleza humana. Ese es mi interés», explica el autor de No puedo olvidarme de ti y El guitarrero, piezas que se pueden escuchar en las plataformas musicales.
Marcos es aficionado al deporte, el cine y la literatura, pero también a «los periódicos con buenos escritores, a viajar, con todo lo que conlleva, y a los buenos ratos, tanto en soledad como en compañía, disfrutando del momento», añade. Sobre la oferta cultural santiaguesa, opina que es «muy interesante», aunque musicalmente «faltan» algunas cosas: «Como es una ciudad universitaria, y el principal interés de los estudiantes es acabar su carrera, aquí triunfan los cantautores y estilos minoritarios. Por eso echo en falta cosas, digamos, más recias, o también más dicharacheras». Elvis Presley es su referencia artística por excelencia, «pero hay muchos más nombres, de todas las nacionalidades y en todos los idiomas», advierte. Durante la entrevista habló siempre de «canciones» y nunca de «temas», nunca. Como debe ser.