Control de aforo y mascarillas blindan la Praza de Abastos

e. a. r. / P. R. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Alguna clientela aprovecha las ventas tras el paseo autorizado

03 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Setenta y cinco personas, ni una más. Este es el aforo autorizado en la Praza de Abastos para garantizar las medias de seguridad contra los contagios de covid-19, tal y como recuerdan los visibles carteles informativos colocados en las entradas del mercado.

Junto a ellas, personal de algunos puestos protegidos con pantallas transparentes y libreta en mano tomaba nota de la clientela ayer a primera hora para evitar las aglomeraciones. Colabora con el servicio de seguridad que está en la otra punta para que ese límite de aforo se cumpla a rajatabla y sin que el cliente tenga sensación de agobio e inseguridad sanitaria.

La mascarilla es la norma, y para hacer la compra muy pocas son las personas que se acercaron sin ella. Y quien no la tenía a mano la recibió nada más acercarse a la plaza, ya que Protección Civil se encargó de distribuirlas de forma gratuita -tenía mil unidades- y, de paso, explicar bien cómo hay que colocarlas, con el color azul hacia al exterior y ajustándola en el puente de la nariz. «Así está ben», explicaba una voluntaria de Protección Civil a una mujer de mediana edad que, carrito en mano, quería adentrarse para comprar productos frescos. A escasos metros de esta escena está el puesto que canaliza los pedidos telefónicos, un servicio al que las personas que ayer se acercaron a la plaza quisieron evitar porque, tras el primer paseo autorizado, prefirieron acercarse hasta un mercado en el que el gran ausente fue la mejor forma de recibir un chute de cafeína. «Onde mercaches ese café», preguntó con mirada de sana envidia uno de los vendedores. «Moi cerquiña, nunha pastelería que hai na Senra», le responden provocando un sentimiento de disgusto porque para él eso está demasiado lejos, como el fin de todo esto.

PACO RODRÍGUEZ

Ir a la huerta quedó en un segundo plano

La autorización para acudir a las huertas urbanas, repartidas por Santiago, Ames y Teo, apenas tuvo incidencia ayer, en buena medida porque el clima no acompañó y a partir de ahora habrá tiempo más que suficiente para recuperar el perdido y prepararse para las primeras plantaciones, ya que esta es la época adecuada para hacerlas.

A media mañana, las huertas de Belvís estaban desiertas y llenas de malas hierbas, que pronto desaparecerán. En el espacio cultivado de Fontiñas hubo más ambiente matutino, quizá porque la población que vive en este espacio más urbano necesita rodearse de verde y planificar la cosecha. En este lugar, se encontraba José Luis, quien se mostró especialmente preocupado por la proliferación de caracoles, que no entienden de parcelas, de pandemias ni de días pares o impares para la faena. Para este agricultor urbano hay falta de información sobre el proceso para acceder a las huertas. Con la previsión de mejor tiempo, todo apunta a que estos espacios recuperarán enseguida su razón de ser.