La crisis marchita los negocios del Camino

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El estado de alarma por la pandemia frustró el inicio de la campaña en la ruta jacobea, con un red de hostelería y restauración parada, y decenas de autónomos sin los ingresos del peregrino

19 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace exactamente dos años, la temporada alta en el Camino de Santiago no comenzaba con el pie deseado. Pero en absoluto preocupaba en los negocios que funcionan al ritmo que marca el itinerario que conduce a la ciudad del Apóstol. Visualizaban, igualmente, el horizonte despejado; sin preocupaciones. Este año, al igual que entonces, la Semana Santa no se hizo de rogar en el calendario. Y aunque el tiempo fue esta vez más benévolo, perdió toda su influencia en el arranque de la campaña jacobea. Contra todo pronóstico, de manera repentina, y sin tiempo para la reacción, la crisis sanitaria global que provocó la pandemia del coronavirus echó el freno en seco al motor económico que, el año pasado, desplazó a Galicia a cerca de 350.000 turistas de todo el mundo.

Con la declaración del estado de alarma y el cierre de las fronteras, la ruta de peregrinación más antigua de Europa, el recurso turístico más universal de la comunidad, todavía no despegó a las puertas de un año santo. «Sucedió justo cuando empezaría a notarse la afluencia de peregrinos», lamenta Cristina Varela, con una lavandería autoservicio al paso del Camino Francés por el centro urbano de Melide. El negocio sigue abierto al ofrecer un servicio considerado esencial, pero, al contario que otros años por esta época, «la aportación del Camino es cero; está muerto», afirma la empresaria.

Las restricciones impuestas a la movilidad ciudadana por la grave emergencia sanitaria dieron al traste con el inicio de la campaña turística vinculada al fenómeno jacobeo. Ángeles Sánchez regenta Alborada, uno de los catorce albergues privados de O Pino, a poco más de 20 kilómetro de Santiago. Cerró el establecimiento concluida, en noviembre, la pasada campaña, y tenía previsto reanudar la actividad coincidiendo con el inicio de la Semana Santa, «pero non chegamos a abrir xa», cuenta. Con los ingresos de esos días, «compensabamos un pouco os gastos deses cincos meses pechados»., explica. La paralización del turismo pasa factura a decenas de negocios que, a mayores de los de hostelería y restauración, están estrechamente ligados al Camino. El de servicio de taxi y transporte de equipajes de la melidense Rosa María Sánchez es uno de ellos, y «en Semana Santa non se moveu nin unha mochila».

«La apertura del negocio no llega para cubrir gastos»

Las hermanas Cristina, Milagros y Davinia Varela regentan las dos lavanderías autoservicio que hay en Melide. Como complemento a sus respectivas actividades profesionales, se embarcaron en la apertura de la primera de ellas hace casi tres años. Supieron ver un nicho de mercado en la necesidad doméstica del servicio. Lo pusieron en marcha, por tanto, no solo con la vista puesta en el peregrino, aunque sí es cierto que, desde el primer momento, también tuvieron claro que querían abrir el negocio en un bajo comercial, próximo al Camino.

Y no se equivocaron. Hace dos años, la mayor de las hermanas, Cristina, contaba para La Voz que «los peregrinos que paran en Melide hacen uso del servicio». Cierto es que La Colada, nombre comercial de las lavanderías autoservicio, abrió por primera vez sus puertas en un local estratégicamente ubicado: en el tramo urbano del Camino Francés, a escasos metros del cruceiro que, por ser el más antiguo de Galicia, es una de las referencias patrimoniales de la ruta jacobea.

Esa primera lavandería fue objeto de una pequeña reforma para precisamente ponerla a punto para la temporada alta en el Camino. El arreglo concluyó justo antes de la declaración del estado de alarma por la pandemia, que hizo trizas la campaña. Comenta Cristina Varela que mantienen abiertas las lavanderías «porque tenemos que seguir dando el servicio, pero no cubres gastos». Además de que no hay peregrinos, el confinamiento ciudadano repercute en un menor uso doméstico del servicio.

«Todo o contratado ata outubro está cancelado»

El testimonio de Rosa María Sánchez permite hacerse una idea del panorama económico al que habrá que hacerle frente, una vez superada la crisis sanitaria. «De Semana Santa ata outubro tiñamos todos os días contratados a través de axencias, e, en principio, está todo cancelado», cuenta esta taxista de Melide al respecto del transporte de equipajes con el que ella y su marido, José Ángel López, diversificaron la actividad hace unos seis años. El matrimonio cubre la etapa Palas-Arzúa dentro de la red Cámino Cómodo, la marca bajo la que el gremio presta, de forma autónoma, servicio de transporte de equipajes y bicicletas en diferentes itinerarios jacobeos.

En francés, concretamente, operan Rosa María y José Ángel, que encontraron en ese servicio más que un complemento al transporte de viajeros. Tanto es así que la pareja de taxistas cuenta con su particular flota de vehículos. «Funcionabamos con dúas furgonetas, e decidimos comprar unha máis grande, que era para estrear en Semana Santa, e aí está esperando», comentar la mujer, luego de contar que «o ano pasado foi moi bo». En plena temporada alta, pueden llegar a mover hasta doscientos equipajes al día. Incluso, «unha das axencias coas que traballamos mandábanos, unha vez ao mes, un grupo con cerca de trescentas maletas», apunta Rosa María Sánchez para dejar constancia de la dimensión del trabajo que tenían garantizado a través del Camino, al que, a corto plazo, no le augura recuperación. «Penso que este ano non se vai levantar», lamenta.

«A ver canto aguantamos; sen ingresos, non podemos pagar»

Los sectores estrechamente ligados al turismo como son los de la hostelería y la restauración son de los más afectados por el impacto económico, provocado por la pandemia del coronavirus. Al cese temporal de la actividad, se le suma la incertidumbre y preocupación acerca de cuándo la evolución de la emergencia sanitaria permitirá reanudarla y a qué ritmo. «Ao mellor cando nos deixen abrir xa é tarde, e a ver se a xente se bota ao Camiño porque vai ter medo», afirma Ángeles Sánchez, que ya perdió los ingresos que en Semana Santa le permiten compensar los gastos que, aún estando cerrado, le ocasiona el albergue que regenta en el núcleo de Salceda, en O Pino.

Liquidar la hipoteca a la que tuvo que recurrir para rehabilitar el inmueble en el que se encuentra Alborada -así se llama el establecimiento- genera uno de esos gastos «que seguen vindo, estando todo parado», con lo que, «non sei como imos acabar», afirma la hostelera. Las expectativas de reanudar la actividad a corto plazo para empezar a recibir ingresos no son buenas, puesto que «cancelouse todo», cuando «se prevía unha boa campaña», apunta. Así las cosas, «non sei ata cando imos aguantar porque se non hai ingresos, dificilmente podemos pagar», afirma Ángeles Sánchez, preocupada también por el necesario empleo que dejará de crearse con la campaña en el Camino sin arrancar. En su caso, «tiña previsto, ao igual que todos os anos, contratar a dúas chicas con familia que están á espera de as chame para empezar a traballar», cuenta.