La heroína de la avenida de Coímbra

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El confinamiento ha catalizado la revuelta vecinal contra dos narcopisos liderada por una mujer que pega carteles pidiendo grabar el trapicheo para llevar las pruebas a la Policía

13 abr 2020 . Actualizado a las 18:30 h.

La Estila siempre ha sido un barrio tranquilo. Siempre, hasta hace más o menos un año, cuando la actividad de dos pisos en los que hay denuncias por venta de droga convirtió el día a día en un infierno. Ambos están situados en el mismo edificio, el número 16 de la avenida de Coímbra, y han generado un constante peregrinaje de toxicómanos en busca de su dosis, frecuentes trifulcas surgidas al calor del mono y una evidente sensación de inseguridad que tiene a los vecinos intranquilos y tristes, pero también enfadados porque esperan una respuesta más contundente por parte de las autoridades, tanto del Concello como de la Policía.

Sobre la embravecida tempestad de esa galerna ha emergido la figura de una mujer tan valiente y luchadora que, por su arrojo, bien merece ser calificada como heroína. Una heroína contra la heroína, porque es precisamente esa droga la que le trae de cabeza a ella y a todos los que residen en este barrio que siempre ha gozado de la paz de compartir entorno con un gran parque, el colegio de San Jorge, dos conventos -Santa Clara y las Carmelitas Descalzas- y la residencia universitaria de La Estila.

Con esos buenos vecinos, la vida siempre había resultado agradable. Esa tranquilidad rota se ha hecho más aguda con el establecimiento del estado de alarma y el confinamiento obligatorio en los domicilios al que nos ha forzado la pandemia del coronavirus. Y es que con la calle desierta y los negocios cerrados la presencia de los toxicómanos es aún más llamativa. Desde sus ventanas, encerrados como están en sus pisos, los vecinos no dan crédito al ir y venir de drogadictos, que negocian sus dosis a voces desde la calle y les lanzan el material desde el balcón. «No sé si será porque ahora está todo vacío y llama más la atención, pero es que nunca habían venido tantos como ahora», asegura el morador de una vivienda situada muy cerca de los dos conflictivos pisos.

Su sensación tiene una base real. Los últimos golpes dados al tráfico de estupefacientes en la zona de Belvís y en el barrio de San Pedro, con el desmantelamiento de otros pisos en los que se vendía droga, han dejado a los toxicómanos con solo dos puntos principales de abastecimiento diario. Uno es Pelamios, en la zona monumental, y otro, para desgracia de los vecinos del barrio de La Estila, la avenida de Coímbra. Y en ambos lugares los conflictos se han disparado y el día a día se ha hecho muy complicado. «Además, con el confinamiento, los toxicómanos aún tienen más dificultades para poder comprar, por lo que se está concentrando el problema en estas zonas», explica un mando policial.

Guerra a los narcotraficantes

Tanto la Policía Nacional como la Local tienen constancia de las numerosas denuncias y de los problemas, pero a los vecinos se les ha acabado la paciencia y han comenzado una guerra contra los narcotraficantes del barrio. La general de este ejército solo tiene como armas su coraje y su teléfono móvil, con el que graba a los toxicómanos cuando van a comprar sus dosis, lo que le genera no pocos problemas en forma de golpes contra su ventana -está situada en el bajo del edificio- y constantes amenazas e insultos.

Pero a la heroína de la avenida de Coímbra tanta hostilidad y estar en el punto de mira de gente peligrosa no solo no le ha echado atrás en su lucha, sino que le ha animado a intensificarla. Es cuestión de supervivencia, porque del éxito de este combate depende el futuro del barrio. Así, no solo continua grabando las escenas de tráfico de drogas que a diario presencia, sino que ha empapelado todos los portales de la calle animando a los vecinos a involucrarse en la lucha con un cartel que dice: «En la avenida de Coímbra número 16 necesitamos vuestra ayuda. De todos es conocido el problema que tenemos con el trapicheo que se produce en nuestro portal. Es muy difícil demostrarlo, pero con la ayuda de todos los vecinos podemos echarlos de aquí. Solamente necesitamos que grabéis vídeos de la gente que viene a buscar mercancía tanto en coche como andando». Y les facilita un correo electrónico al que pueden remitirle las imágenes, con las que espera poder darle a la policía y a la Justicia las pruebas que pongan fin a su pesadilla.

Aplausos de apoyo desde las ventanas cada vez que la señora se encara con los camellos

Los arrestos que está demostrando tener la mujer que lidera la lucha contra el trapicheo en la avenida de Coímbra está sumando a cada vez más vecinos a la causa y esta semana han sido dos las ocasiones en las que, cuando ella se estaba encarando con los presuntos camellos, desde las ventanas de toda la calle surgían espontáneos aplausos de apoyo festejando su bravura.

En ambas ocasiones, la Policía acabó interviniendo. La primera vez, para defender a la señora, que estaba siendo objeto de nuevas amenazas e insultos por grabar el ir y venir de toxicómanos a los narcopisos. La segunda, que tuvo lugar el propio viernes, tras recibir la llamada de un taxista al que una de las señaladas como narcotraficante no quería pagar la carrera.

Aviso a los taxistas

No es la primera vez que un taxista se ve en esta situación. «Yo ya he presenciado la misma escena ya en dos ocasiones en poco tiempo», relata un vecino del barrio. «En una de ellas, parecía además que era una carrera cara, de unos 50 euros. Ella -una de las que los vecinos denuncian que trafica con drogas- se bajó del taxi, le dijo que esperase y que le traía el dinero y ya no volvió», añade.

La primera de las situaciones de este tipo que presenció este vecino terminó cuando el taxista, resignado, se marchó del lugar engañado y sin cobrar. La segunda vez, sin embargo, el conductor fue más insistente y aún estaba esperando cuando la mujer volvió a bajar del piso creyendo que ya se había ido. Él intentó entonces retenerla porque había llamado a la Policía y estaba esperando a que llegaran los agentes, por lo que se volvió a organizar una gran trifulca. «Lo que no sé es si el taxista al final cobró o no», apunta el testigo.