La suspensión de la Semana Santa augura el desplome del turismo

r.M. / S.L.L. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

La declaración del estado de alarma dejó la ciudad sin pulso y marcando distancias

16 mar 2020 . Actualizado a las 21:48 h.

El sector turístico daba ya por perdida hace unos días la campaña de Semana Santa, y la suspensión de la actividad procesional no ha venido más que a confirmar ese escenario. Aunque las celebraciones arrancarían después del período inicialmente fijado para el confinamiento domiciliario, la junta de cofradías decidía en la mañana de ayer suspenderla. Lo hacía por unanimidad de las 13 agrupaciones compostelanas tras el rosario de anulaciones de las citas más importantes a nivel estatal y autonómico.

La desconvocatoria evitará que las cofradías incurran en gastos inevitables en las jornadas previas a la Semana Santa, pero, sobre todo, la exposición al riesgo de contagio de los cofrades, un colectivo con una importante representación de socios mayores. La decisión se tomó en una junta mantenida a través de wasap y con «resignación» después de todo un año de trabajo, según su presidente, José Ramón Muñiz.

La anulación augura el desplome del turismo en la campaña que rodea a la primera cita vacacional de los españoles, un escenario que el sector veía venir ya en las últimas semanas ante el avance del coronavirus, la suspensión de reservas previa a la declaración del estado de alarma y la anticipación de la salida de visitantes que permanecían en la ciudad, circunstancia esta última que ha percibido también Renfe a través de la demanda del adelanto de billetes en una estación con apenas tránsito de viajeros ayer. La marcha hace unos días de los estudiantes y las restricciones de movilidad han dejado trenes en circulación prácticamente vacíos.

Otro tanto sucedía en la ciudad con el estado de alarma. Calles desiertas o con transeúntes ocasionales dejaron una estampa nada habitual en Compostela ni en un día de lluvia, como lo fue ayer. Y aun con ella, cualquier visual a los establecimientos con actividad comercial (panaderías, quioscos, farmacias y algún establecimiento de alimentación) permitía comprobar el respeto mayoritario por las distancias personales, tanto dentro como fuera de los locales. No obstante, la movilidad rodada y peatonal fue escasa. La declaración de alarma, además de propiciar el silencio en la ciudad, restringe las salidas a circunstancias muy concretas, que los cuerpos de seguridad pueden corroborar personalmente. La Guardia Civil montó un control en el acceso a Santiago por Milladoiro.

La de ayer fue una mañana dominical sin culto (sí televisado), en la que los perros se hicieron más visibles que nunca (sacarlos está permitido) y en la que los padroneses asistieron a una versión reducida de su siempre concurrido mercado: solo hubo puestos de alimentación. El comercio compostelano permaneció cerrado, como anteayer, aunque tres locales tuvieron que echar el cerrojo el sábado a requerimiento policial. Aun no estaba en vigor el estado de alarma, pero sí el decreto de la Xunta.

Medidas para evitar el contacto con los chóferes de los autobuses

Si las restricciones para salir a la calle dejaron la ciudad sin pulso, el transporte urbano se quedó sin usuarios. El servicio debe mantenerse sin restricciones, aunque ayer funcionó sin apenas ocupantes. Es previsible que con la actividad laboral recupere hoy, aunque lejos de las cifras habituales. Hace unos días ya se redujo el aforo por autocar a 30 personas y esta semana se introducirán medidas para ampliar la distancia entre viajeros y conductor. El Concello requerirá a la empresa que aleje del chófer la máquina de recargo y pago con abono. Se trasladará (y con ella el acceso) a la puerta del medio. La medida estará operativa el miércoles. Mientras, se dejará libre la primera línea de asientos para servir de soporte a la maniobra de pago sin entrar en contacto con el chófer. También se quiere evitar el pago en metálico durante la cuarentena.

Atención a puerta cerrada

Las precauciones para evitar el contacto personal han llegado también a entidades sociales como la Cocina Económica y Cáritas, que mantienen sus servicios, aunque a puerta cerrada. La primera entregará bocadillos y comida en táper y Cáritas atiende por teléfono y correo electrónico.