El campo

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

22 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los agricultores y ganaderos se han echado a las calles porque cada día les cuesta más vivir de su trabajo. Son víctimas de un sistema perverso que tiene muchas caras. De un lado, la de las grandes superficies que escogen productos básicos como la leche o el aceite para atraer clientes con precios muy bajos. Ofertones que en su mayoría se cargan sobre los hombros de los productores, a los que pagan verdaderas miserias por el fruto de sus esfuerzos. Otra cara del problema es la globalización de la economía, que permite vender barato en España manzanas, ciruelas o naranjas que se producen en Sudamérica o Sudáfrica pagando salarios que perpetúan la pobreza en origen y aprovechan los acuerdos comerciales que han eliminado los aranceles. La muerte del campo es darle la puntilla al mundo rural, ese que ahora llaman vaciado. Y es un suicidio colectivo, porque somos lo que comemos y si dejamos de producir con nuestros estándares de calidad y seguridad alimentaria tendremos que fiarnos de los de esos países lejanos en los que no se respetan ni derechos laborales ni el medio ambiente. También nosotros somos parte del problema. Cada uno de nosotros, que nos comportamos con una mezquindad absoluta cada vez que agarramos la cesta de la compra y recorremos pasillos en busca de lo más barato. A veces, la diferencia entre una birria y un buen producto son 50 céntimos. Y ese medio euro es también la diferencia entre pagar justamente al productor o extorsionarle hasta la muerte. Yo hace tiempo que no me engatuso por el dos por uno o el más barato todavía. Y no lo hago por el campo, lo hago por mi salud y mi conciencia.