Perdiendo fieles

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez CON BISTURÍ

SANTIAGO

10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Iglesia camina a su ritmo, en una senda paralela a la sociedad. En algunos casos los trazados se cruzan, en otros la distancia es considerable, y en otros hay un abismo entre ciudadanos y jerarquía. Homosexualidad, abusos sexuales o matrimonio son algunos de los temas en donde la Iglesia, lejos de estar a la altura, se gana a pulso la incomprensión.

La última gran idea de la Conferencia Episcopal es un curso prematrimonial de dos años de duración, en lugar del actual de veinte horas. Se trata de una formación voluntaria, eso sí, o de lo contrario los matrimonios por la iglesia caerían a mínimos históricos.

Aunque luego se retiró de su página web, uno de los consejos más acertados es el de que los maridos hagan un mayor esfuerzo y asuman más tareas los días que quieran tener relaciones sexuales, para que la mujer pueda estar descansada. La recomendación desprende un olor a naftalina que recuerda a los consejos para ser una buena esposa que daba Pilar Primo de Rivera. Aquel panfleto que instaba a las mujeres minimizar el ruido cuando el varón entraba por la casa o a hacerlo sentir en el paraíso.

Bien saben los curas de las parroquias gallegas que las pocas parejas que siguen optando por casarse por la iglesia pisan el templo el día de la boda y algunos días antes para hacer un cursillo exprés. También saben que no irán a misa de domingo ni a confesarse periódicamente, y que muchos bautizarán a sus hijos porque lo piden los abuelos.

Lo saben y lo aceptan porque, a diferencia de sus jerarcas, algunos, que no todos, se van modernizando.