Compostela envejece sin freno

Mario Beramendi Álvarez
mario beramendi SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

En tres de cada cuatro hogares del municipio, cerca de 30.000, ya no vive ningún menor de 16 años

29 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En tres de cada cuatro hogares del concello compostelano no vive ningún menor de 16 años, según la última encuesta actualizada por el Instituto Galego de Estadística (IGE), un dato que dibuja a un municipio cada vez más envejecido, y en el que la población más joven se ha ido asentando en los ayuntamientos limítrofes. Esto significa que hay 29.752 familias en cuyas casas no hay niños, cifra que equivale al 75,86 % del total de hogares.

Si se analiza el conjunto del trabajo hecho público por el instituto estadístico se observan otros datos demoledores: en el término municipal hay 7.215 hogares en los que solo viven personas de 65 o más años. Esto supone el 18,40 % del total. Pero lo más desalentador es la evolución que ha tenido esta variable a lo largo de la última década.

Hace diez años, eran 4.858, el 14,15 %, es decir, que en este período el concello ha sumado casi 2.500 hogares compuestos única y exclusivamente por personas cuya edad está en 65 o más años, lo que da cuenta del elevado proceso de envejecimiento.

Esta proporción es todavía mayor en el resto de ciudades gallegas, lo que revela que a la despoblación del rural hay que sumar también el galopante declive demográfico del eje atlántico, mucho más dinámico y próspero, pero en el que tampoco nacen suficientes niños como para ir modificando la pirámide. El porcentaje de hogares compuestos solo por mayores de 65 años es del 28 % en Ferrol. Y en A Coruña se sitúa en el 24,30 %, según los datos del IGE.

Muchas arrugas

El galopante declive demográfico que azota a la ciudad y su entorno rural supone un gran desafío para quienes tienen la responsabilidad de gobernar en todos los ámbitos de la Administración. Lo es a nivel de asistencia social y sanitaria, sobre todo en la zona rural, mucho más desprotegida en lo que a servicios se refiere. Y plantea también un reto a medio y largo plazo que requiere altura de miras, y que consiste en preguntarse cómo es la ciudad que queremos para dentro de 20 o 30 años.