Cada vez que abre una librería en la provincia cierran tres

ana f. cuba REDACCIÓN / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

La crisis, el libro de texto, la venta por Internet o los cambios culturales han golpeado al sector, que resiste casi por vocación

11 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En el último lustro han cerrado 20 librerías en la provincia y han abierto siete, según los datos facilitados por la Federación de Librarías de Galicia, de la que forman parte más del 90 % de las existentes (144, de las que 55 son coruñesas). Por cada nuevo establecimiento dedicado a la venta de libros se clausuran tres. «Desafortunadamente, muy pocas triunfan. Los que llevamos muchos años resistimos, pero las nuevas... Llega un momento en que los números no salen», lamenta Pilar Rodríguez (Ourense, 63 años), presidenta de la FLAG y responsable de Padre Feijoo, con 65 años de historia, y Platero, ambas en su ciudad.

 

«Muchas desaparecen porque no tienen continuidad; yo regento la librería que me dejaron mis padres, pero yo ya no se la voy a dejar a mi hija, porque una para sus hijos quiere lo mejor. Ahora estamos sobreviviendo para llegar al final con dignidad. La trayectoria no vale para vivir, tienes que hacer unos esfuerzos impresionantes, que no interesan», resume. El sector ha recibido golpes por todos los costados. «Los libros de texto, en Galicia, nos daban un oxígeno fuerte, pero cuando dejó de haber un precio fijo fue la primera patada, y desde que la Xunta tiene el sistema de préstamos, no los compra ni quien tiene recursos», explica.

Las ventas por Internet representan una competencia creciente. No así el libro electrónico, «que alcanzó porcentajes muy pequeños en España y ya está a la baja». La crisis económica no acaba de ceder -«es el factor más perjudicial, el libro es material prescindible», opina Rodríguez- y los cambios culturales se agudizan -«el libro requiere pensar y estamos en los tiempos de la inmediatez», reflexiona-.

A esta librera apasionada del oficio le pone «los pelos de punta» ver que una familia antepone la compra de una mochila de marca a un manual. «¿Qué mensaje se está transmitiendo?», se pregunta. «Siempre hemos tratado con lo mejor de la sociedad, los niños, pero ahora prefieren la maquinita...», comenta, apenada.

Pero no todo está perdido: «Es el negocio más bonito del mundo, tratas con gente maravillosa, aprendes muchísimo de tus clientes, los niños que vienen contándote un cuento no te dejan envejecer... Que alguien venga, al cabo de los años, y te recuerde que le recomendaste un libro es precioso; y yo me levanto todas las mañanas con ganas de volver, te da mucha vitalidad».

El problema, sintetiza Rodríguez, «es vivir». «Si quieres comer tienes que vender el premio Planeta, aunque seas experto en cine... Las aventuras [librerías temáticas especializadas] pocas veces funcionan, si quieres que salgan las cuentas tienes que pasarte a la generalista. O eres capaz de dar un giro inteligente o nada». Pese a todo, «crea adicción».

El 38 % de las librerías asociadas a la federación gallega se hallan en territorio coruñés

Manuel Arenas: «Arturo Pérez-Reverte me dijo una frase: "Los autores sin librerías no somos nadie"» 

Su padre, Fernando Arenas, fundó la librería en 1948, y él, Manuel, tomó las riendas hace 29 años, con solo 18, al morir su progenitor. Iba para programador informático o diseñador gráfico, pero el camino se torció. «Para mí ha sido el mejor empleo que hay en el mundo, poder trabajar con los libros, disfrutar con los clientes, los autores y los editores. Es una de las profesiones más bellas del mundo, me moriré siendo librero», sentencia. Y su hijo, Fernando, alargará la saga.

-Acaba de abrir otra librería en A Coruña.

-Sí, abrimos hace unos meses en la avenida de Oza, una zona que está creciendo y que lo necesitaba desde hace años. Una locura de quijotes, cuando están cerrando librerías. Arturo Pérez-Reverte, que viene a la inauguración oficial el día 12, me dijo una frase: ‘Los autores sin librerías no somos nadie’. Llevo en el mundo del libro desde los cuatro o los cinco años, sin saber leer, entré a través del cómic...

-¿Qué es lo que les ha perjudicado más?

-La crisis económica afectó muchísimo, lo pasé muy mal, como muchos empresarios y libreros. La crisis cultural, por el libro electrónico, pero se ha quedado en un bluf [...]. El libro físico perdurará como objeto de culto y de regalo. Esa conexión lector-libro a través del papel la veo eterna. La llegada a la ciudad de una gran cadena nos fastidió en las ventas, al principio tuvimos un bajón, luego se convive. Si das buen servicio y atención al cliente...

-¿Quiénes son sus clientes?

-Sobre todo, mujeres. La mujer es gran consumidora de libros [...]. Hay padres que les inculcan a los niños la lectura desde los dos o tres años, aunque cuando llegan a la adolescencia muchos lo dejan.

-¿Alguna recomendación?

-Sidi, de Arturo Pérez-Reverte, un autor que ha fascinado a lectores de todo el mundo. Y a nivel local, Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí, de José Eugenio Fernández Barallobre.

Alberto Pena: «La atención personalizada y estar al día es tu valor añadido» 

Alberto Pena (Ferrol, 43 años) dejó su puesto en el departamento de recursos humanos de una empresa para hacerse librero. «La inconsciencia», justifica. «Hace casi cinco años que cogí el traspaso de la librería Estraviz, fundada en 1985. Es gente muy allegada a mi familia, se jubilaban... Tiene tradición, clientela asentada y una buena perspectiva de negocio. Ni me lo pensé, saqué casi todos mis ahorros y aquí estoy».

-Hace cinco años, con la crisis pegando fuerte en Ferrolterra...

-Sí, entonces era mucho más notable que ahora y para un pequeño negocio es complicado. Con las grandes superficies ya no podemos competir. Procuras ofrecer una atención muy personalizada, estar muy al día, y ese es el valor añadido que das.

-El papel de prescriptor en plena era del comercio electrónico.

-Sí. Es un poco quijotesco. Las ventas por Internet han venido para quedarse, a diferencia del libro electrónico, que no es un libro sino un dispositivo... El libro físico, asible y tangible, no tiene competencia [...]. En este oficio te metes por algo vocacional.

-¿Alguien le animó?

-Sí, mis amigos (risas), ‘estás loco’, ‘estás mal de la cabeza’...

-¿Qué balance hace de estos cinco años?

-A nivel personal, muy satisfactorio; como trabajo me encanta, es muy gratificante, vendes cultura y conocimiento. A nivel empresarial es más complejo, hay que echarle muchas horas, exige muchos sacrificios. Hay una desprotección total de la Administración al mundo de la cultura, no por falta de inversión sino por las condiciones que nos ponen para trabajar el libro de texto y el de lectura general.

-¿Qué títulos se venden más?

-Los que han tenido algún premio o reconocimiento de la crítica en la prensa, esos se llevan el gato al agua aunque no suelen ser los mejores, sí en los que se fija el gran público. Hay otro público crítico, con criterio propio, de muchas lecturas, que discierne. Y hay quien cree que tú te los lees todos, cuando te llegan trescientas novedades a la semana.

-¿Aprende de sus clientes?

-Sí, aprendes de ellos y les recomiendas. Me encanta bucear en las novedades, sobre todo las minoritarias, a nivel de ensayo y de literatura más desconocida.

-¿Una recomendación para estos días de otoño?

-El naufragio de las civilizaciones, de Amin Maalouf. Es un ensayo accesible, pero muy revelador y bien argumentado. Está editado en Alianza.