La okupación prolifera en el Pexigo, Pelamios, San Lourenzo y A Trisca

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Colectivos vecinales como A Xuntanza, de San Pedro, llevan 10 años pidiendo soluciones

20 sep 2019 . Actualizado a las 00:12 h.

Desde los años 80-90, cuando el Concello puso en marcha un ambicioso plan para erradicar la infravivienda en el que la adjudicación de pisos sociales jugó un papel fundamental, Santiago parecía liberada de las casas sin las condiciones mínimas de habitabilidad. Sin embargo, aún quedan casos para recordar que la lucha contra la infravivienda no está terminada. En el Campo de San Antonio, muy cerca del centro sociocultural de A Trisca diseñado por John Hejduk, se localiza un inmueble en el que residen varias personas. Es una variante de okupación ya que, según confirmaron fuentes vecinales, el propietario tiene la infravivienda en alquiler por habitaciones. La Asociación de Veciños A Xuntanza de San Pedro indica que desde hace diez años viene reclamando una solución para este problema. Denuncian que, al carecer de conexión al saneamiento, la casa tiene un enganche ilegal a la red de pluviales, y los vecinos se ven obligados a soportar olores nauseabundos.

En Santiago, además de casos como el de A Trisca, hay otros focos de okupación con más o menos conflictividad. En San Lourenzo, el propietario de una vivienda mantiene un litigio desde hace años para conseguir echar a los okupas y rehabilitar la casa siguiendo un método de construcción respetuoso con el medio ambiente. Esta no es la única casa con okupas en este barrio, donde los vecinos denuncian tanto el riesgo que implican los enganches ilegales al tendido eléctrico como el menudeo que se produce en alguna de las viviendas.

Muy cerca, en el Cruceiro do Galo, otro caserón permanece okupado por un grupo que se autodenomina O Aturuxo das Maruxas, y que dicen desarrollar actividades culturales, al igual que los que siguen okupando la casa de la Algalia. En estos dos casos, salvo momentos puntuales, los vecinos no detectan problemas de convivencia.

Donde sí los hay, y muchos, es en el barrio de Pelamios, donde varios miembros de una misma familia tienen okupados varios pisos, a escasos metros de San Francisco. Los vecinos denuncian, además de enganches irregulares, suciedad tanto en las escaleras de las comunidades de propietarios como en la calle, ruidos nocturnos, daños en la propiedad y actitudes propias del trapicheo de drogas.

Sensación de inseguridad por el continuo trapicheo de drogas

Uno de los focos con más conflictividad derivada de la okupación de viviendas se localiza en las rúas Pexigo de Arriba y de Abaixo, donde varias personas de un mismo clan tienen dos pisos okupados, y los vecinos aseguran que se vende droga a todas las horas. Una de las residentes confirmó que, uno de los pisos fue desalojado, pero solo unas horas después volvieron a forzar las cerraduras. Esta manera de actuar fue también empleada por otro grupo de personas en Pelamios, donde la propietaria de un inmueble se vio obligada a reiniciar los trámites de desalojo al día siguiente de haber logrado liberar de cargas su piso.

En Volta do Castro se consiguió un pequeño logro, cuando fueron desalojados los okupas que habían sembrado el pánico en el barrio. El derribo, casi inmediato, de la casas de Roláns llevó la paz a los vecinos, que presenciaban la venta de droga en plena calle y vivían atemorizados por un grupo de individuos. En Pontepedriña también se tapió y se derribó posteriormente una casa okupada durante años.