El telediario de ayer estaba lleno de desgracias en forma de aguaceros, tormentas, riadas y granizadas. Imágenes que llegaban de Galicia, Zamora, Aragón, Andalucía y Navarra. Terribles escenas de destrucción, de dolor y desesperación por todo lo perdido. Por el miedo pasado. Situaciones que tienen un denominador común: la Guardia Civil. Esos que siempre corren al lugar del que todos huyen. Que siempre están donde y cuando se les necesita. Salvando vidas. Arriesgando las suyas para ayudar a los que están heridos o en peligro. Este año se cumple el 175 aniversario de su fundación, una efeméride que les sitúa entre los cuerpos de seguridad más antiguos del mundo. Una fecha importante, sí, pero solo una fecha. Mucho más significa que los españoles les consideren como una de las mejores instituciones del país y que todos los índices certifiquen que son una de las policías mejor preparadas y eficientes del planeta. Desde hace casi dos siglos, han sabido adaptarse a todos los momentos históricos por los que ha pasado España. Muchos complejos y convulsos. Se han amoldado a la perfección a las exigencias actuales de un mundo marcado por las nuevas tecnologías. Siguen siendo los que escalan escarpadas montañas en busca de un montañero herido y los que velan por la tranquilidad de los pueblos, pero también los que tienen unidades de élite pioneras tanto en la lucha contra el crimen organizado como los ciberdelitos. Ahí están siempre. Pese a que hasta hace poco eran objetivo principal de los asesinos de ETA y que ahora sufren campañas de desprestigio de sus herederos políticos. Ahí están y estarán. 175 años más. Seguro.