José Ramón Pereira: «La miel del entorno de Santiago es de eucalipto, castaño y silva, más brillante»

Margarita Mosteiro Miguel
marga mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

Esta actividad fue su tabla de salvación cuando tuvo que cerrar su empresa por la crisis

05 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El gusto por la miel está en el ADN de José Ramón Pereira, un productor profesional que tiene colmenas en Santiago, Arzúa, Touro, Negreira y, próximamente, también en Brión. Fue su abuelo el que le metió en el cuerpo el gusto por las colmenas, que ahora se ha convertido en su profesión. «En mi familia siempre hubo colmenas, y cuando empecé con ellas era una segunda actividad», explica José Ramón Pereira. Coincidiendo con la crisis, tuvo que echar el cierre a su empresa de electrónica. «Pensé que era mejor hacerlo antes de que la cosa fuera a más. Fue en el 2012, y los problemas de financiación me llevaron a cerrar». Pero lo que fue un revés se convirtió en una «vida nueva» para José Ramón. En sus inicios como productor de miel, comenzó con un amigo, pero tras unos años de camino juntos cada uno optó por seguir su ruta en solitario.

Desde la época en que su abuelo cuidaba las colmenas familiares hasta la actualidad, todo ha cambiado mucho. «Hay cosas que se hacían de una manera muy enxebre y que ahora son un poco desastre. Cuando lo haces para producir para vender, como actividad principal, es necesario seguir unas pautas más profesionales», explica José Ramón Pereira. Puntualiza que «la profesionalidad no puede entenderse como algo malo, sino todo lo contrario. La miel es miel, y las abejas son las trabajadoras. La forma de recogerla, de cuidar las colmenas, de extraer la miel y de envasarla es lo que marca la diferencia». En el caso de su producción, la miel se envasa en frío y se hace «artesanalmente, bote a bote». La del entorno de Santiago está enmarcada dentro de lo que es costa, «aunque esté hacia el interior». «Es de eucalipto, castaño y silva. Es una miel más clara y brillante», describe. Pereira reconoce que «el eucalipto está demonizado, pero a nosotros nos permite tener una cosecha mejor». Otro error es considerar que la «miel buena es la que se cristaliza rápido. Eso no tiene nada que ver. Cristaliza cuando tiene que cristalizar». También es frecuente escuchar que la «miel buena es la oscura, pero tampoco es cierto. La de brezo y castaño es más oscura y más amarga, es la del interior. Va por gustos». Pereira tiene en mente destinar parte de sus colmenas a la producción ecológica. «Algunas de las que tengo ya lo son, solo les falta el sello», aclara.

Si hay algo que le quita el sueño a José Ramón son las velutinas. En su opinión, la clave está en el control de las reinas. «Hay que ir a por ellas antes de que despierten. Se trata de controlar que aparezcan los nidos antes de que salgan nuevas reinas», sostiene. De ahí que, en primavera y en otoño, antes de que se escondan para invernar, «hay que ir a por ellas». Para combatir el ataque a las colmenas, José Ramón recurre a la colocación de unas arpas eléctricas. «Son como unos matamoscas gigantes, que las atraen. Es verdad que cae alguna abeja, pero es lo más efectivo», explica. También utiliza otros métodos, como los que se popularizaron con líquidos, pero la máquina es lo más efectivo. El problema es que, «aunque supone ir controlando los ataques, también se incrementan los costes de producción. Por ahora este sistema es alegal, pero no interesa mucho entrar en el tema, porque no se ofrecen salidas». Pereira es pesimista, y cree que no se solucionará el problema a corto plazo. «Son una máquina de supervivencia, y supongo que las abejas acabarán adaptándose».

Una queja frecuente de los productores es la guerra de precios. «Los que tienen colmenas para consumo propio, pero les sobran algunos kilos, casi las regalan a seis euros. El kilo, cuando lo haces asumiendo todos los costes, tiene que venderse entre 9 y 12 euros el kilo, según la calidad».