La tasa de paro cae en Compostela al nivel más bajo de la década

Mario Beramendi Álvarez
mARIO beramendi SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

De los siete grandes concellos, es el que tiene más proporción de activos y ocupados

20 jun 2019 . Actualizado a las 00:30 h.

En marzo del 2013, hace ahora algo más de seis años, el segundo pico de la crisis iniciada en el 2008 golpeaba con fuerza a Santiago: el sector servicios había menguado y, sobre todo, existía una enorme parálisis en la construcción y en toda la industria auxiliar que llevó los niveles de desempleo a una proporción récord. Tanto es así, que la Encuesta de Población Activa (EPA) situaba por aquel entonces la tasa de paro en Compostela en el 25,5 %, el porcentaje más alto de la serie. El último dato actualizado, a marzo de este año, la coloca en el 5,2 %, el registro más bajo en los últimos diez años.

El nivel de desempleo está muy por debajo del estimado para ciudades como Pontevedra (17,3 %), Ourense (15,6 %), Vigo (15,4 %), Ferrol (15,1 %), A Coruña (9,8 %) y Lugo (7,7 %). La menor proporción de desempleo respecto al resto de siete grandes municipios también se explica por el elevado peso que tiene el sector público como generador de empleo en la economía local. De los siete grandes ayuntamientos, Compostela es el que presenta mayores tasas de actividad y ocupación. Aunque los expertos advierten de que la EPA pierde fiabilidad como encuesta a medida que desciende al nivel de desagregación municipal, en el caso de Santiago, para entender la bajada del paro, hay que poner el foco en el incremento de la ocupación, que crece un 8,9 %. En el último año, el ayuntamiento ha ganado 3.900 ocupados, de los 3.500, es decir, casi el 90 %, se engloban en el sector servicios, dominado en su mayoría por las ramas de hostelería. Una actividad sujeta a mayor estacionalidad, en la que predomina el empleo más precario y peor remunerado, y con menor valor añadido bruto por ocupado en relación, por ejemplo, al sector industrial.

Aunque se han reducido progresivamente el número de parados de larga duración y ha aumentado el número de contratos indefinidos, en los años que han seguido a la salida de la crisis han proliferado los contratos a tiempo parcial. Pese a todo, Santiago se sitúa entre los diez municipios gallegos que cuentan con una mayor renta media: la renta bruta disponible por habitante es de 17.726 euros.

Esto se explica por la aportación que tiene a la economía local la administración pública. Según los datos facilitados por la EPA, casi el 30 % de los ocupados en el municipio compostelano dependen del sector público; es decir, la actividad vinculada al Sergas, a la universidad y los servicios administrativos centrales de San Caetano. Gracias a la contribución de una rama que tuvo en la crisis una menor destrucción de empleo, y a su menor proporción de empleo industrial, Compostela también pudo resistir mucho mejor las embestidas de la recesión. Y ahora, los niveles de ocupación se encuentran en proporciones muy similares a los que había antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, hace ahora más de diez años.

El número total de personas ocupadas en el primer trimestre del 2019, de acuerdo con la EPA, está en 47.700 personas, la cifra más alta de la década, y que muestra que Santiago ha recuperado los niveles de empleo anteriores a la crisis.

Un escenario de crecimiento marcado por la precariedad laboral

Los últimos datos hechos públicos por el IGE sobre Producto Interior Bruto (PIB) a nivel municipal muestran que los salarios, es decir, las rentas del trabajo, aportan ahora a la economía compostelana 1.259,3 millones de euros, noventa millones menos que en el año 2010. Una cantidad de dinero que no está en los bolsillos de los compostelanos para contribuir a la demanda de consumo. Y que muestran que la precariedad laboral está marcando el escenario de crecimiento económico en Santiago, al igual que en el resto de Galicia y en el conjunto del Estado.

Marco normativo

La pérdida de peso de los salarios en la riqueza local en un escenario marcado por la mejoría de las grandes cifras se debe, en gran medida, a la profunda devaluación del mercado de trabajo, y que arrancó en el otoño del 2012, justo después de aprobarse la reforma laboral, un marco normativo pensado para tiempos de ajuste y que sigue vigente hoy en día pese al crecimiento de la economía.