Bugallo recupera la alcaldía en un mandato abocado a pactos puntuales

r.m. SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El reparto de la corporación le asegura la investidura esta mañana con sus únicos votos

15 jun 2019 . Actualizado a las 13:08 h.

Tres semanas después de imponerse en las urnas, Xosé Sánchez Bugallo (PSOE) asumirá de nuevo la alcaldía esta mañana. Será con un gobierno en minoría y en solitario, después de que el BNG declinase entrar en una coalición que no le otorgaría mayoría absoluta, pero sí dos ediles más para gestionar un gobierno que inicialmente funcionará con diez. Inicialmente, porque el socialista no cierra la puerta a esa posibilidad. Ni siquiera con Compostela Aberta, aunque no se la haya abierto ahora mismo.

Al margen de estrategias políticas y de que ambos compitan en el espacio de la izquierda, una alianza en estos momentos con CA no solo «non se entendería», sino que tampoco se dan las circunstancias, venía a decir el nuevo alcalde hace unos días. Porque el entendimiento a ese nivel no depende únicamente de probabilidades aritméticas, sino también de circunstancias cimentadas en la convivencia corporativa, el contraste de programas y la capacidad de fijar objetivos comunes y modelos de gestión.

En el caso del BNG, aunque entonces con otros actores en el arco nacionalista, esa experiencia se sustenta en tres gobiernos consecutivos de coalición.

Bugallo inicia hoy un camino en el que ya tiene experiencia, aunque con el reto inicial por delante de recorrerlo en solitario. En ausencia de una mayoría absoluta, eso implica la necesidad de pactos puntuales, un escenario en el que no excluye a nadie. Ahí cuenta con tener un interlocutor también en el PP. La ciudad tiene varios retos estratégicos para los que el nuevo regidor ya anunció su intención de buscar consensos. Pero no se trata solo de voluntad, sino de necesidad. Aunque los gobiernos municipales han ganado autonomía desde hace varios mandatos a través de competencias de la Xunta de Goberno, hay asuntos que competen al pleno. No todos requieren mayoría absoluta, pero sí al menos no tener 13 votos en contra. Es el caso de los presupuestos. No requieren mayoría absoluta, pero asegurar la simple requiere acuerdos para que se abstenga al menos el PP (8 ediles) o Compostela Aberta (5). Las ordenanzas fiscales ya precisan 13 votos.

Para asegurar la alcaldía, hoy le basta con los suyos (10). Y lo más probable es que no sume ningún otro. Al menos, los socialistas no cuentan con ellos para el traspaso del bastón de mando de Martiño Noriega (lo hará él personalmente) a Xosé Sánchez Bugallo.

Sanmartín se queda en la oposición

Mejoró su apoyo popular, pero no lo suficiente para avalar un tercer edil, lo que le habría dado entrada en el gobierno. La ocasión la tuvo, pero el BNG ha decidido mantenerse al margen allí donde no es decisivo para conformar ejecutivos estables. Su voto no suma ni resta a Bugallo y seguirá defendiendo su proyecto y su marca desde la oposición. Goretti Sanmartín no repetirá en la Diputación para centrarse en Santiago.

Noriega seguirá hasta final de año

Compostela Aberta se enfrentará desde hoy a una situación desconocida para ella. La de ejercer como munícipes opositores. La formación de Martiño Noriega gobernó en su primera incursión en la política local, con lo que no ha tocado todavía las bancadas opositoras. Al frente estará Noriega, aunque en principio se mantendrá solo hasta final de año. Le corresponderá organizar el grupo antes de preparar su marcha.

La segunda fuerza pese a perder tirón

El PP se mantiene como segunda fuerza política en el Concello con el exconselleiro y exalcalde Agustín Hernández, pese a haber cosechado su peor resultado en Raxoi. Hernández aporta un equipo muy renovado (5 de 8 concejales), aunque entre ellos hay dos ediles con experiencia ya en la actividad municipal: el que fuera su concejal de Facenda, Ramón Quiroga, y Evaristo Ben, en la oposición en su día con María Jesús Sainz.

Gana el terreno que cedió en el 2015

Los socialistas han recuperado terreno. Después de ceder la alcaldía al PP en el 2011 y de dejarse más de la mitad de sus ediles en el 2015 (de 9 a 4), las urnas le han dado una nueva oportunidad. Bugallo nunca se ha visto con un ejecutivo minoritario, aunque tampoco ahí le falta experiencia tras un papel negociador muy activo en el último gobierno de Estévez y los 9 meses que tardó en cerrar el pacto con el BNG en el 2006.

El nuevo regidor presidirá la mesa de edad junto con la nacionalista Navia Rivas

Bugallo vuelve a Raxoi con responsabilidades desde el primer momento. Por su edad (65 años) le corresponderá copresidir la mesa de edad con Navia Rivas, la número dos del BNG y la más joven de la nueva corporación, con 26 años. Con tan solo dos miembros, la mesa de edad es el órgano que dirigirá la sesión constitutiva de la nueva corporación. A ella le corresponde comprobar las credenciales electorales y llamar a los ediles para jurar o prometer el cargo, antes de proceder a la votación para la elección de alcalde. La votación será secreta, en urna, por tanto, y también corresponderá a la mesa proclamar al nuevo alcalde. Habitualmente esa es una función que asume el miembro de mayor edad, pero como en este caso coincide que es el propio Sánchez Bugallo, será Navia Rivas quien haga la proclamación.

El socialista no contará con mayoría absoluta para su designación como alcalde, pero la tiene garantizada. Según la ley, en ausencia de un candidato avalado por la mayoría absoluta del pleno, el cargo recaerá en el candidato de la lista con mayor apoyo popular. Pero Bugallo no será el único candidato sobre el que se posicione esta mañana la corporación. El PP presentará a Agustín Hernández. Quienes no han desvelado su posición son Compostela Aberta y el BNG, cuyos votos, aun juntos, no condicionarían en nada el escenario. Es improbable que den un apoyo expreso a Bugallo, pero seguro que no se lo darán al PP.

El BNG no sería decisivo en ningún caso. Compostela Aberta sí, porque sus cinco ediles pueden decantar mayorías, pero lo más que probable es que ambos partidos renuncien a presentar candidato y arranquen el mandato con el gesto abstencionista que el PSOE y el BNG tuvieron en su día con Noriega.