Amancio Carballido: «No podemos basar nuestro modelo educativo en la memoria»

irene martín SANTIAGO / LA VOZ

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IRENE MARTÍN

«Se debería aprovechar a los docentes experimentados para adiestrar a los jóvenes», dice este profesor jubilado

28 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La mayestática torre del templo de la Veracruz se cuela por la amplia ventana de su salón, donde en la pared de enfrente cuelga Labirinto, un collage de su hermano Xesús. Amancio Carballido Cibeira (O Carballiño, 1953) dedicó su vida a la enseñanza secundaria: «Para mí un profesor tiene que enseñar a pensar y dar las claves para que el alumno pueda hilar, construir y llegar».

Aunque se jubiló en el IES nº 1 de su localidad natal, donde ejerció más de treinta años, sus primeros pasos los dio en el colegio La Salle de Santiago. «Aún recuerdo -apostilla- cuando allí di mi primera clase de gallego en gallego, no habiendo asignatura como tal; y los chavales la recibieron con toda naturalidad». Soplaban aires de apertura en aquellos finales de los setenta y Amancio, profesor de Lengua y Literatura Españolas en el incipiente bachillerato unificado polivalente (BUP), creó la revista literaria Albalá, donde los alumnos publicaban sus poemas, relatos y textos variopintos. A pesar de haber estado solo cinco años en las aulas de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, el profesor dejó tan buen sabor de boca que, cuando se retiró profesionalmente, los antiguos alumnos de Santiago le tributaron un cariñoso homenaje que se celebró en el Araguaney. Alguno de los asistentes llevó ejemplares de la publicación colegial para regocijo general. La experiencia pedagógica la implantó también el profesor Carballido en el instituto de O Carballiño, pero con el nombre de Portátil.

«La diferencia entre los chavales de ayer y hoy está en las nuevas tecnologías, en la aparición del móvil. Antes el profesor era dios, hoy en día el alumno cree saber más que tú, porque leyó un artículo en Internet. Pero siguen siendo adolescentes: la aceptación, el amor, descubrir la vida, la necesidad del grupo… Todo eso sigue siendo lo mismo. A mí antes el alumno me preguntaba un montón de cosas sobre la vida, hoy lo tiene todo en Internet», sentencia el veterano docente.

Su etapa inicial en Santiago fue «genial», porque una ciudad universitaria te da un empujón para «mantenerte actualizado», sin olvidar su vida cultural: «En Santiago vi a los cantautores José Afonso y Lluís Llach», rememora. Al regresar a su tierra, tras un breve periplo por Betanzos y Chantada, reconoce que echó en falta la relación: «Me refiero a que me faltaba gente con la que discutir temas; pero, por otro lado, vuelves a tu infancia, a tus raíces y a comer en casa de mi madre, claro. También es cierto que O Carballiño vivió en los ochenta un esplendor cultural, cuando nacieron las Xornadas de Cine y Vídeo de Galicia… Por aquí venían cineastas e intelectuales de toda condición. Fue una época increíble». En aquel tiempo, Amancio y dos amigos fundaron el grupo de folk-rock Alecrín, donde tocaba la batería, pero cuando se profesionalizaron él lo dejó. Todavía recuerda cuando, en su etapa de estudiante universitario alojado en el colegio mayor San Clemente, ganó el premio literario del centro, con cuya dotación económica se compró su primera guitarra.

Carballido, que ahora vive entre la música, la literatura y la cocina, se rebela abiertamente contra los diseños curriculares: «Los programas de hoy están hechos para que no haya sentido crítico. En tres horas semanales de Lengua y Literatura Españolas en segundo de bachiller solo enseñas listas de autores, alguna obra y un par de características de cada movimiento. Así no se enseña a hablar y escribir bien, ni pensamiento ni espíritu crítico, que es la clave de la enseñanza. No podemos basar nuestro modelo educativo en la memoria». Y, por otra parte, defiende el aprovechamiento de los profesores experimentados en el adiestramiento de los jóvenes docentes, «es algo que debería tener en cuenta el sistema», concluye el maestro por cuyas clases pasaron más de seis mil alumnos.