Modelo sostenible y «turismofobia»

Carlos A. Rivas Iglesias MIEMBRO FUNDADOR DE HOSPECO Y PROFESOR EN LA ESCUELA DE UNIVERSITARIA DE TURISMO (UDC)

SANTIAGO

14 abr 2019 . Actualizado a las 11:52 h.

En los últimos años, la llamada economía colaborativa y las prácticas de intrusismo, han puesto de moda nuevas fórmulas de alojamiento, que están revolucionando el sector.

Dichas fórmulas han dado lugar a la aparición del efecto de la turistificación o síndrome Venecia, consistente en la pérdida de población en el centro urbano por aumento considerable de los alquileres, generando dificultades para encontrar pisos con rentas asumibles, al personal sanitario, policial, etcétera, surgiendo así, el fenómeno conocido como turismofobia por parte de la población residente.

Para poner freno a este efecto, las Comunidades Autónomas se han afanado en la ordenación de estas nuevas figuras de alojamiento. En Galicia, el D. 12/2017 de 26 de enero, por el que se establece la ordenación de los Apartamentos Turísticos, Viviendas Turísticas y Viviendas de Uso Turístico, define a estas últimas como: aquellas que se ofrecen en su totalidad a turistas un mínimo de 2 veces al año, mediante contraprestación económica y para una estancia de menos de 30 días consecutivos.

Dichas regulaciones autonómicas, establecen requisitos más o menos restrictivos a los alojamientos de uso turístico, sin perjuicio de las normas urbanísticas municipales, las cuales, pueden prohibir o limitar la implantación de nuevos usos de alojamientos turísticos en determinadas zonas (este es el caso del Ayuntamiento de Santiago, con la almendra del casco histórico).

En Europa y Estados Unidos, muchas ciudades regulan el home sharing (cesión de una habitación dentro de la vivienda donde reside su propietario), basándose en que, al residir el dueño, no da lugar a la potencial turistificación de un barrio, ni a problemas vecinales, y ayuda al crecimiento de la economía familiar. Nueva York y Berlín aceptan esta modalidad, a pesar de prohibir los alquileres de pisos por menos de 30 días. Andalucía, también contempla esta figura. En Galicia, para poder alquilar una vivienda por habitaciones, es necesario darse de alta como pensión.

¿Hay cabida para todos? La respuesta es sí, si hay regulación. Con regulación, todos los agentes del sector juegan con las mismas exigencias en materia de seguridad, incendios, policía, obligaciones fiscales…, y se evita (o sanciona, en su caso) el intrusismo, protegiéndose, no solo la buena imagen del destino, sino también al mismo turista, que sabrá exactamente lo que va a encontrarse en esas nuevas fórmulas de alojamiento.

El turismo sostenible, exige aunar los intereses del sector privado y del sector público. El interés prioritario del primero, es la rentabilidad empresarial: máximo beneficio económico. En cambio, el del segundo, es la rentabilidad social: máximo beneficio medio-ambiental y máximo beneficio social (empleo, renta, calidad de vida). Por tanto, si no hay regulación, nos podremos encontrar con la turismofobia por parte de la población residente, quebrándose uno de los pilares del turismo sostenible. De ahí, la importancia de regular estas nuevas fórmulas de alojamiento.