Planeta Tierra

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

29 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde bien niño he sentido un amor admirativo por el planeta que nos cobija. He amado la Tierra y he odiado a los que le hacían daño. También a mí mismo, porque todos se lo hacemos. De pequeño, mi madre me llamaba con sorna cariñosa Félix Rodríguez de la Fuente. Ella se burlaba un poco, pero a mí me encantaba aquella comparación con un hombre tan visionario y amante de la naturaleza. Sin duda, fui ecologista antes que ningún otro de los istas que en algún momento de mi vida han podido definirme. Cerraba grifos, apagaba luces y recogía basura con el vano sueño de ayudar a curar la herida abierta en nuestra hermosa bola azul. La herida por la que desde hace un siglo se desangra nuestro hogar y también nuestro futuro. He cumplido los suficientes años como para presenciar el deterioro del medio ambiente en primera persona. No me lo han contado en un documental de la BBC o de La 2, lo visto con mis propios ojos. En lugares tan sensibles y machados como los fondos marinos. Del Atlántico, del Mediterráneo, del Mar Rojo y del océano Índico. En todos ellos he visto corales moribundos, ausencia de especies clave como los tiburones y, en definitiva, ecosistemas que ya están en la UVI. Una devastación que me ha cabreado, lo admito. Pero de un tiempo a esta parte ese enfado se ha tornado en miedo. En terror por el mundo que heredarán mis hijas. Me es imposible imaginar cómo será la Tierra cuando ellas tengan mi edad, pero todo apunta a que vivirán en un lugar superpoblado, hostil, seco, mortecino y profundamente contaminado. Me da pena. Quizás ellas ya no vean el mundo que nosotros vimos. Quizás nosotros seamos los últimos terrícolas que habitaron un planeta vivo. Qué tristeza.