25 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.
Las asociaciones y fundaciones que integran la Coordinadora Galega de ONGD tienen un nivel de profesionalización alto, afirma María Paz Gutiérrez, secretaria de la entidad y directora de Solidariedade Internacional de Galicia desde el 2004. «Son organizaciones que apuestan por una cooperación transformadora, que combata que visiones asistenciales y paternalistas en la lucha contra la desigualdad; que incidan en las causas que siguen contribuyendo a generar esta desigualdad; para superar esa distinción entre países ricos y países empobrecidos, entre Norte y Sur. Somos un sector muy feminizado, tanto aquí la base social que nos apoya, que son un 60 % mujeres, como nuestras voluntarias o trabajadoras. Y también las mujeres son las destinatarias principales de los proyectos de cooperación internacional», afirma. Por eso, agrega María, «todas las organizaciones somos conscientes de que, si no combatimos la desigualdad de género, hablar de desarrollo no es posible. No se pueden poner en marcha procesos de desarrollo si no se tiene en cuenta la situación de especial vulnerabilidad y desigualdad de la mujer; por eso todas las ONGD hacemos especiales esfuerzos en este tema. Si las mujeres no participan en condiciones de igualdad en los procesos de desarrollo, lo único que vamos a contribuir es a perpetuar el modelo de desigualdad entre hombres y mujeres». Además del trabajo en diversos países, resalta el que realizan aquí, donde «contribuimos a promover lo que llamamos una ciudadanía global y más consciente. No podemos prestar apoyo al desarrollo en países empobrecidos si desde el Norte, desde aquí, seguimos manteniendo actitudes que les son desfavorables. Entendemos el problema de la desigualdad como un trabajo fundamentalmente político, que está condicionando la vida de millones de personas, porque las políticas que desarrollamos no tienen en cuenta la desigualdad que generan, o porque no ponen en el centro de la decisión a las personas y al medio, sino que lo que priman son los intereses económicos. Si no somos capaces de combatir eso desde aquí, cualquier proyecto que se desarrolle allí va a ser un fracaso. Un ejemplo muy claro de esto lo tenemos en cómo nuestro modo de consumo afecta a las sociedades más empobrecidas», sostiene.